Hazrat Zainab (S. A.), quien inmortalizó la Tragedia de Karbala

Por: Syed Ali Shahbaz

El 5 de Jamadi al- Awwal, el día del año 6 D. H., el Profeta Muhammad (SAWA) fue bendito con su primera nieta. Por favor, permanezcan con nosotros para conocer una característica especial en la vida y épocas de Hazrat Zainab (la paz sea con ella), la inmortal Heroína de Karbala, la hija de Hazrat Fátima Zahra y el Imam Ali (la paz sea con ellos) y la valiente hermana del Imam Hussein (AS).

El aniversario de su nacimiento es celebrado cada año en la República Islámica de Irán como el Día de la Enfermera, a causa de su rol en  la vuelta a la vida del Islam después de la tragedia de Karbala. Pero Zainab (SA) no era una mujer común. De hecho, ella era la fe personificada. Cuando nació, su abuelo, el Profeta, estaba fuera de la ciudad, y por respeto a él, los orgullosos padres de la criatura no le darían un nombre hasta que él volviese. Cuando regresó a Medina, el Profeta Muhammad (SAWA), como siempre primero y ante todo fue a la casa de inmaculada hija, Hazrat Fátima (la paz sea con ella). Tomó a la pequeña en sus brazos y dijo que Dios le había ordenado, a través del Arcángel Gabriel, que la llamaran Zainab. No era un nombre común. De hecho, es un término compuesto por dos palabras árabes, Zain y Ab, que significan Adorno del Padre. De hecho, Zainab (SA), cuando creció, se convirtió en tan digno ornamente del Imam Ali (AS), que sus sermones en la corte del tirano Yazid, después de la tragedia de Karbala, conmovieron Damasco hasta sus cimientos y refrescaron en la memoria de los oyentes los recuerdos del Incomparable Comandante de los Creyentes.

En la actualidad, su creciente santuario bañado en oro, se ha visto privado de peregrinos de todos los lugares del mundo, a causa del terrorismo respaldado por los EEUU en contra del gobierno de Siria. Reflexionemos acerca de su personalidad sin par en este breve programa.

Se dice que la inmortal historia de Karbala hubiera permanecido incompleta si no fuera por los esfuerzos de Hazrat Zainab (SA). Aquí se halla una hermana que se rehusó a permitir que la misión de su martirizado hermano sea confinada al épico Día de Ashura tal como lo habían planeado cobardemente los enemigos de la humanidad. El encarcelamiento no apagó los espíritus. No solo llevó el mensaje del Imam Hussein (AS) a Kufa e hizo que los iraquíes lamenten su traición al nieto del Profeta; tampoco permitió que los calabozos de Damasco y la atiborrada corte del tirano Yazid ahogaran la elocuencia de sus sermones que anoticiaron a los sirios de la traición de los omeyas al Islam. Tampoco se contentó con echar luz meramente sobre la carga de su dolido corazón al regresar al hogar de Medina con la manifestación del dolor del pueblo de Hiyaz, conmovido por la tragedia que recayó en la Casa del Profeta. Con el velo de la hipocresía corrido, los impíos rostros del maldito gobernante, a quien justamente denominó “yabna at– tulaqa” (hijo de esclavos libertos), en frente de toda la corte repleta de dignatarios extranjeros, que también incluía al embajador bizantino, que era descendiente del Profeta David (AS), y que estaba conmovido con lo que los musulmanes le habían hecho al nieto de su propio Profeta, la nieta del Profeta Muhammad (SAWA) produjo una revolución que trascendió los continentes.

De hecho, Hazrat Zainab (SA), junto a su sobrino, el Imam Zain al- Abidin (AS), no solo internacionalizaron la tragedia de Karbala, que era el objetivo de su martirizado hermano, universalizado e inmortalizado para la salvación de la humanidad, de modo que la raza humana de todos los tiempos, edades o lugares pudieran obtener la verdad de la mentira al contemplar el levantamiento del Imam Hussein (AS). De esta forma, cuando cualquier mente consciente se vuelva a la Epopeya de Ashura y a las traumáticas consecuencias de la tragedia más grande de la historia, reconocerá que el Islam y todos los valores humanitarios, sin la más mínima duda, son también debidos por siempre a la dama por cuyo rol infatigable ganó el título de Sharikat al- Hussein, o compañera de la misión del Imam Hussein (AS). Sin embargo, para tener una perspectiva apropiada de la personalidad multidimensional de Hazrat Zainab (SA), se tiene que entender que ella no surgió espontáneamente en la escena de Karbala o en los escenarios planeados sin éxito por parte de los reconocidos enemigos de la Ahl- ul- Bayt en Kufa y Damasco, donde las nobles damas y los niños de la Casa del Profeta fueron exhibidos detrás de lanzas con las cabezas cercenadas de sus seres queridos. En realidad, Karbala y los dos centros de poder en Irak y Siria, apenas proveyeron del clima adecuado para una vida fructífera de casi seis décadas que comenzaron con su bendito nacimiento durante los días del Profeta y culminaron con un luctuoso martirio alrededor de cuatro años después del heroico sacrificio de su hermano. De esta forma, aunque está más allá de nuestra comprensión medir totalmente el orgullo del lugar en la historia de la civilización humana de una dama, cuyos verdaderos méritos sólo Dios Todopoderoso, Su Último y Más Grande Profeta y los Imames Infalibles saben, podríamos al menos tener el honor de rendirle nuestro humilde homenaje a Hazrat Zainab (SA) estudiando su memorable vida desde los días en que abrió los ojos en la casa de la Divina Revelación y reflexionando acerca del aura de espiritualidad que rodeaba a su familia y a ella misma.

Tuvo una genealogía inmaculada. Sus inimitables cualidades sobresalían desde los días de su abuelo, el Profeta, y a lo largo del imamato de su padre, sus hermanos y su sobrino.

Hazrat Zainab (SA) estaba casada con su primo hermano, Abdullah (AS), el hijo mayor de su tío Ja’ far at- Tayyaar (AS), que heredó todas las características de su martirizado padre y también tenía un gran parecido con el Profeta en cuanto al aspecto y las costumbres. El Profeta oró a Dios para que le asegure eternidad a los descendientes de Ja’far y el progreso y la prosperidad de Abdullah.

Hazrat Zainab (SA) era madre de cuatro niños- tres hijos y una hija- llamados Aun, Muhammad, Ali y Umm Kultum, respectivamente. Los dos primeros fueron martirizados en Karbala, el Día de Ashura, después de demostrar su valor que incluso hizo recordar a sus enemigos las proezas de sus abuelos, Ja’far at- Tayyar y el Imam Ali (AS). Se dice que cuando vio a su  hermano, Hazrat Abbas (AS), admirar la Jihad de sus hijos, ella le dijo que sus destrezas para el combate era debidas a su experta formación, por lo que el Imam Hussein (AS) dijo: “¡Oh, Zainab (SA)! Es el efecto de tu sangre, ya que estos jóvenes son nobles descendientes por ambos lados (nayib at- tarafyn).” El Imam quería decir que el valor era su herencia, ya que la sangre de Ja’far at- Tayyar y del Imam Ali (AS) fluía por sus venas. Después del animado despliegue de fortaleza, ambos jóvenes fueron incapaces de contener la sed y el hambre de tres días de estar rodeados por todos los flancos por los cobardes enemigos y fueron arrojados de sus caballos a las abrasadoras arenas de Karbala. Llamaron al Imam Hussein y éste se adelantó entre las hordas de Yazid, sólo para hallar que las almas de los dos hijos de su hermana habían abandonado sus cuerpos hacia el cielo etéreo. Aun y Muhammad habían alcanzado el martirio inmortal sacrificando sus vidas por la causa de su tío el Imam Hussein (AS) y el Islam. Ali, el hijo más joven de Hazrat Zainab (SA), que no estaba presente en Karbala, se hizo famoso por el epíteto az- Zainabi. Se casó con Lubabathe, hija de Abdullah ibn ‘Abbas, primo del Profeta, y su descendencia,  conocida como Saadaat az- Zainabi, se ha multiplicado y desperdigado por varios países en la actualidad. La hija de Hazrat Zainab (SA), Umm Kultum, estaba casada con su primo hermano Qasim, el hijo del hermano más joven de su padre, Muhammad ibn Ja’far at- Tayyaar. Por último, pero no por ello menos importante, debe ser notado que Hazrat Zainab (SA) tiene el crédito de poner los cimientos de inspiradores ritos funerarios para los Mártires de Karbala, que los creyentes han continuado llevando a cabo desde entonces en los meses de Muharram y SAfar para mantener vivos los puros y prístinos principios del Islam, según lo reveló Dios a su abuelo, como lo expuso a los creyentes su padre y según fue preservado para la posteridad por su hermano con su sangre el Día de Ashura.

 

Traducido por Fabiana Ríos, para UMMA, de:

http://www.imamreza.net/eng/imamreza.php?id=10611

 

Filed in: Grandes Mujeres

No comments yet.

Deja un comentario

Debes iniciar sesion para dejar un comentario.