Los Dones del Islam al Mundo

Por el Sayyid Mujtaba Musava Lari

 

Islam

El Islam aboga por la armonía y la perfectibilidad con una  profundidad y amplitud de miras sin par, que abarca todos los aspectos del espíritu y la vida. Conoce todos los caminos que conducen a la bendición y a la felicidad. Tiene la cura para las enfermedades humanas, individuales y sociales, y las vuelve tan simples que la sensatez del hombre las puede concebir o comprender. Parte de desarrollar todos los aspectos de cada persona y por lo tanto, necesariamente, incluye cada realidad que impacta en la existencia humana. No ha dado lugar, en su doctrina del hombre, a los errores modernos o a las instituciones corruptas. No ha puesto al hombre en el lugar de Dios. Hacer esto es dejar al hombre que sólo confíe en sí mismo en todo su orgullo y egotismo: o en algo que lo reduce a la esclavitud de ser una bestia de carga para su prójimo, impotente, carente de voluntad, indefenso ante las tiranías de la naturaleza y los problemas. Esto es precisamente lo que las herejías modernas le hacen al hombre. Pero el Islam reivindica la naturaleza única del hombre con respecto a las demás criaturas vivientes, afirmando que es una creación especial con un noble llamado por sí misma.

El Islam sostiene que la personalidad de un hombre no deja de existir con la muerte, sino que es continua y eterna. “Mundana” y “del otro mundo” son una unidad indivisible. El cuerpo y el alma no pueden, por lo tanto, disolverse en elementos dispares. El Islam, sobre estas bases, presenta a ambos mundo en brillantes término. Ambos forman un hombre para la eternidad y también hallan los principios guías para sus instituciones públicas en la tierra en el sublime destino inherente a la creación del  hombre.

La eternidad dicta los principios universales, inmutables e invariables. Estas proclamas del islam como doctrinas, convicciones, mandamientos, estatutos, en su escuela de alegría, en su impulso hacia el progreso. Ofrece al hombre la perfección de la libertad de pensamiento, para interesarse, y para la exégesis  de la ley divina en asuntos de necesidad social. Revierte los primeros principios que proveen de una base segura e inmutable de una verdad firme en todas las posibilidades y cambios de esta vida mortal.

El Islam sostiene que el hombre tiene ciertas características que son su enlace con el mundo material y ciertas otros que lo conectan con las realidades inmateriales y que motivan los deseos y los objetivos de una naturaleza más sublime. Cuerpo, mente y espíritu, cada uno tiene sus propias propensiones. Cada una debe ser debidamente sopesada, de modo tal que los deseos de uno de estos elementos indivisibles no estén en conflicto con los deseos de los demás. El Islam toma en cuenta todos los elementos y las facetas de la naturaleza humana y abastece a la compuesta esencia de las propensiones materiales y espirituales del hombre. Lo eleva hacia lo más alto sin talar sus raíces materiales. Le demanda absoluta pureza y castidad sin negarle la carne y sus necesidades. Su corriente fluye de polo a polo sobre una red de líneas vivas –convicciones y regulaciones que preservan la integridad de todos los instintos humanos innatos a la vez que rechazan la doctrina freudiana de la total libertad que trata al hombre como un simple animal.

El Islam no es un mero conjunto de ideas en el mundo de la especulación metafísica, tampoco viene a ser un simple ordenamiento de la vida social del hombre. Es un modo de vida con significado tan abarcador que moldea la educación, la sociedad y la cultura a alturas a las que otros jamás han apuntado. Forma una corte suprema de apelación y reúne a Oriente y Occidente por igual, y les ofrece una ideología que puede responder sus materialismos divisores. Puede remplazar sus desigualdades y contradicciones con una idea más universal, más perfecta y más poderosa.

El Islam no concede prioridad básica de clase alguna a la afluencia material o a la comodidad hedonista para la felicidad. Halla sus principios en un análisis de la verdadera naturaleza humana del hombre. Con estos principios construye un plan para la vida individual, social e internacional, enmarcado por estándares morales fijos y abarcadores, apunta a una meta para la humanidad mucho más noble que las limitadas metas materialistas del mundo moderno.

El Islam no encarcela al hombre en los delgados confines de lo material y financiero. Lo coloca en un espacioso y expansivo aire. Allí reinan la moralidad, los principios y el espíritu. Sus posiciones son aquellas que brotan de la naturaleza del propio hombre. Alientan la ayuda mutua y el trabajo en equipo. Persiguen los valores que se hallan fuera de los estrechos límites impuestos a la persona o a la comunidad por los prosaicos, insignificantes y pusilánimes patrones de los propósitos materialistas. En cambio une la fortaleza del hombre y la lucha por el cambio, el avance, el progreso y el perfeccionamiento inherentes en su creación.

La formación islámica dispone refinar y mejorar las cualidades humanas y unirlas a objetivos rectos y razonables que dirigen y dictan cada paso al frente hacia el fin deseado. Enfoca los motivos del hombre, que surgen de sus deseos naturales y necesidades básicas, en tan concentrado y simplificado rayo al que cada talento está llamado a ejercer su función en debida sucesión y orden. De esta forma, los impulsos impetuosos y sin coordinación son controlados de modo que ni un solo instinto prevalezca sobre el sentido común como tampoco que una urgencia momentánea remplace a la razón. En cambio, el hombre es hecho amo de su destino y capitán de su alma. El exceso es obviado y cada persona tiene asignada su parte legítima en el triunfo común de todos. En este empleo cada necesidad del cuerpo, de la mente y del alma es satisfecha.

Cada vez que en la historia las personas se han unido en una armoniosa búsqueda de tales objetivos, las personas y las comunidades se han hallado a sí mismas. “Lo que está bien” ha gobernado pensamientos, conducta y carácter; los seres humanos han sido organizados y asegurados. La razón dicta su formación y convoca a una religión con convicciones y libre de supersticiones, a la práctica de cánones, de posiciones factibles y virtudes de excelencia. La inteligencia otorgada por Dios percibe su verdad de manera intuitiva y lógica.

A ningún hombre le es pedido que lleve a cabo una tarea por encima de la que es capaz. Pero sus potencias son puestas a máxima prueba. Cada posibilidad dentro de sí es expresada al máximo. Y, en el día final, cada una es juzgada; entonces el mismo fuego probará de qué clase es  el trabajo de cada hombre.

 

El Islam y la Teoría Política

La teoría política moderna  exalta “la voluntad general”. El gobierno democrático intenta poner en práctica la voluntad general haciendo la ley de la política del votado por “la mayoría” (que sólo

necesita ser del 51%) quedando nula y vacía la voluntad de la minoría (el 49%) de los votantes. La minoría, por lo tanto, no es para nada “libre”, incluso en algunos casos podrá ser razonable y en las circunstancias apropiadas. Pero el “Gobierno de la Voluntad Popular” jamás se despojará voluntariamente de la santidad y el esplendor con que lo ha dotado la “voluntad general”,  dando a tal concepto la precedencia por encima de los demás valores materiales y espirituales.

El Islam, por otro lado, da precedencia a la Voluntad del Señor de este mundo, más que las descontroladas inclinaciones y sentimientos de la mayoría de los humanos. El Islam se rehúsa a despojar a la Divinidad del control del poder legislativo y jurisdiccional. La concepción del Islam de la Divinidad y el gobierno divino es lo suficientemente amplia como para comprender todo lo que hace funcionar la vida humana en todos los lugares de este planeta. Esto hace que el Islam sea el guardián sin par del hombre. Demanda total obediencia a sus estatutos sobre la base que están dados por Dios y, por lo tanto, ningún ser humano tiene el derecho de permitir que sus propios deseos dicten acción alguna en quebrantamiento de estos estatutos y normas de vida.

¿Cómo puede proclamarse a Dios digno de total compromiso por parte de la gente que organizan sus vidas sobre preceptos que derivan de otras fuentes distintas de Dios mismo? Ninguna persona se atreve a afirmar la autoridad divina  de un asociado a Dios, ni sustituto alguno para otorgar leyes aparte de Él. El objetivo del Islam es defender la verdad y el derecho en toda la sociedad humana, ya que la verdad no se especializa sólo en los asuntos sociales, políticos y financieros, sino que reviste la estatura del propio hombre en sus más bellas vestiduras.

La psique humana está creada de manera  increíble y maravillosa. Del mismo modo lo están las normas y los derechos que gobiernan la vida humana. Nadie puede afirmar un completo conocimiento de todos los misterios de la composición del hombre o de la complicada estructura social que genera. Ya que esta estructura comprende las áreas especializadas del cuerpo y el espíritu de todos sus individuos como también de todas sus relaciones con los demás. Tampoco alguien se atreve a afirmar estar libre de pecado, de defecto, de falta o de error. Nadie es consciente de todos los elementos que hacen a la felicidad humana y el bienestar.

A pesar de todos los devotos esfuerzos de los científicos para penetrar los misterios del ser humano, el área en la que han tenido éxito en descubrir es aún muy limitada. Por citar al Dr. Alexis Carrel, nuevamente (“Man, the Unknown”, p. 4): “La humanidad ha realizado un gigantesco esfuerzo para conocerse. Aunque poseemos el tesoro de las observaciones acumuladas por los científicos, los filósofos, los poetas y los grandes místicos de todos los tiempos, apenas hemos arañado ciertos aspectos de nosotros mismos. No hemos aprehendido al hombre como un todo. Lo conocemos como un compuesto de distintas partes. E incluso estas partes están creadas por nuestros métodos. Cada uno de nosotros está creado por una procesión de fantasmas, en el medio de los cuales anda una realidad inescrutable.”

Sin la percepción a la creación humana, el hombre no puede enmarcar las leyes 100% adecuadas a la condición humana ni subsanar todos los problemas que puedan surgir: atestiguamos el desconcierto de los legisladores, su constante alteración de sus propios estatutos frente a los nuevos problemas actuales e inesperados callejones sin salida. Los motiva la ventaja personal, el interés propio, el beneficio, la ambición, el poder e incluso las predilecciones ambientales, se inmiscuyen para distorsionar la perspectiva del legislador de manera consciente o inconsciente. Montesquieu dijo de la legislación que “nadie jamás es totalmente objetivo e imparcial, porque las ideas y los sentimientos personales del legislador influencian sus proyectos.” De esta forma, Aristóteles, a causa de su envidia a Platón, influenció a Alejandro para que denigre a su gran predecesor.

Los eslóganes modernos de “Libertad e Igualdad” y “la Voluntad Pública” son palabras vacías usadas por políticos para obtener apoyo para sus leyes, leyes que de hecho representan el interés, no de las masas, sino de los terratenientes y capitalistas.

Henry Ford escribió de Inglaterra, que presume de ser “la Madre de la Democracia”: “No podemos olvidar la forma en que el gobierno intentó romper  la huelga general de 1926 con todos los medios en su poder. El Parlamento, la herramienta de los capitalistas, proclamó que la huelga era inconstitucional e ilegal, y envió a la policía y al ejército con balas y tanques contra de los huelguistas. Mientras tanto, los medios radiales y gráficos declararon que el gobierno era el sirviente de los trabajadores, un simple subterfugio contradicho por las multas impuestas a los gremios y al encarcelamiento de sus líderes en cuanto se presentó la oportunidad.”

Khruschev, en el Supremo Congreso Soviético, declaró: “En la era del culto a la personalidad (i. e. bajo Stalin) la corrupción infiltró el liderazgo de nuestro Partido, el gobierno y las finanzas; produjo decretos que pisotearon los derechos de las masas, disminuyeron los resultados industriales, atemorizaron a los hombres en sus trabajos y alentaron sicofantas, informantes y asesinos de reputaciones.”

De esta forma, los sistemas de gobierno de Oriente y Occidente aparecen falsamente disfrazados de voluntad pública, gobierno parlamentario, representación de las masas: mientras el capitalismo y el comunismo por igual enmarcan leyes inequitativas porque descuidan los decretos celestiales que establecen rápidamente lo que es mejor para el hombre.

Islam y Legislación

Jean Jacques Rousseau escribió (“El Contrato Social”, Libro II, Capítulo 7, “Del Legislador”): “Para descubrir las mejores reglas de Sociedad que convienen á las Naciones, sería necesaria una inteligencia superior que viese todas las pasiones, y que no experimentase ninguna, que no tuviese nuestra naturaleza, y la conociese á fondo, cuya felicidad fuese independiente de nosotros y que por lo mismo se quisiese ocupar en hacernos felices… Era necesario, en fin, que los Dioses dieran leyes a los hombres.”

Por estos valores morales, el legislador más competente es el propio Creador del hombre. Conoce todo los misterios del ser humano, no obtiene ganancia de la sociedad humana y no necesita al hombre. Por lo tanto, los principios que pueden formar las regulaciones sociales equitativas deben ser aprendidos de una persona que recibe guía directa del Creador, cuyas enseñanzas estén inspiradas en las revelaciones de esa Fuente única, y que confía absolutamente en esa Infinita Sabiduría.

Las leyes humanas apuntan sólo a ordenar la sociedad humana. No traspasan esos límites, no abarcan cuestiones que no tienen que ver con lo social, como las condiciones personales, las actitudes mentales o la excelencia espiritual. No intentan sanar la contaminación interna de la personalidad. Sólo cuando los problemas de la personalidad transmiten desórdenes sociales mediante acciones, ingresan en el campo de las medidas legales. Una persona puede tener una mente y espíritu obscenos y, a los ojos de la ley occidental, es aún buena, ya que sólo observa los actos y no el corazón. El Islam con su amplia perspectiva no sólo apunta a corregir lo que se ha

hecho mal, sino que primeramente apunta a rectificar a la persona y a la sociedad desde dentro, teniendo en cuenta la personalidad ética como la unidad básica y su perfeccionamiento como la prioridad. El Islam apunta a una sociedad ordenada, compuesta de una sólida moral, un pensamiento sano, acciones sensatas, psiques serenas. Por lo tanto legisla para la vida interior de las personas con tanto detalle como para la vida externa en sociedad. Brinda orden y congruencia entre lo inmenso y lo pequeño en la creación, las leyes naturales y las espirituales, lo material y lo metafísico, lo individual y lo social, los credos y las filosofías. Ayuda al hombre a no chocar con las leyes naturales que subyacen en el orden del universo, la desobediencia colapsa y confunde todos los asuntos humanos.

Las instituciones creadas por el hombre persiguen la puesta en  vigor de la ley, pero en el Islam, quien se encarga de la puesta en vigor de la ley es la fe profunda; y un musulmán lleva a cabo debidamente sus obligaciones por la fuerza de la moral y la fe, incluso en cuestiones en las que no son observadas sino solo por Dios. La fuerza armada sólo es necesaria para controlar la pequeña minoría de hipócritas con mentes criminales. El Islam, de este modo, presta la debida atención tanto a la pureza interna del corazón como a la pureza externa de la acción. Convoca a las buenas acciones, loables y meritorias que brotan de la sinceridad y la fe.

El Fiscal General de los EEUU, en su introducción a su libro sobre ley islámica, escribió: “La ley norteamericana tiene solo una tenue conexión con el deber moral. Un norteamericano puede ser contemplado como un ciudadano obediente de la ley incluso aunque su vida interna sea fallida y corrupta. Pero el Islam ve la fuente de la ley en la Voluntad de Dios, como fue revelada y proclamada a través de Su Apóstol, Muhammad. Esta Ley, esta Divina Voluntad, trata a todo el cuerpo de creyentes como a una sola sociedad, incluyendo a las múltiples razas y nacionalidades que comprenden una ampliamente dispersa sociedad. Esto da a la religión su sólida verdadera fuerza  y la vuelve el elemento  cohesivo de la sociedad. Ni límites de nacionalidad o geografía dividen, ya que el gobierno en sí es obediente a una autoridad suprema, el Corán. Esto no da lugar a otro legislador, de modo que no pueden surgir competencias, rivalidades o rupturas. El creyente contempla el mundo como un valle creador de almas, la antesala del próximo mundo, y el Corán deja perfectamente claras cuáles son las condiciones y las leyes que gobiernan el comportamiento de los creyentes entre sí y en la sociedad; y de esta forma lleva la transición de este mundo al próximo sana y salva.”

A pesar que los occidentales están poco familiarizados con el Islam y sus a menudo equivocadas ideas, muy alejadas de la realidad, un número comparativamente mayor de pensadores toma algunas de las profundas y penetrantes enseñanzas islámicas y no ocultan su admiración por su clara exégesis y estimadas doctrinas.

El respeto de un científico musulmán por las leyes y ordenanzas del Islam no constituye una sorpresa. Pero si un sabio no musulmán, a pesar de su esclavitud a su propia intolerancia religiosa, aún así reconoce la grandeza y magnificencia del Islam y su noble guía, ése es un verdadero tributo, especialmente cuando está basado en el reconocimiento de la progresiva naturaleza de los sistemas legales del Islam y de su legado a la humanidad. Ésa es la razón por la que este este libro cita veredictos extranjeros acerca del Islam. Lo hacemos no porque necesitemos su apoyo, sino porque pueden ayudar a abrir caminos a quienes buscan y preguntan de modo que quienes leen puedan seguir su camino.

La Dra. Laura Vacciea Vaglieri, profesora de la Universidad de Nápoles, escribió: “En el Corán, nos encontramos con joyas y tesoros de conocimiento y entendimiento que son superiores a los productos de nuestros genios más brillantes, los filósofos más profundos y los más poderosos políticos. ¿Cómo puede un libro tal ser el producto del cerebro de un solo hombre- y que la vida de ese hombre haya transcurrido en círculos comerciales, no particularmente religiosos- alejado de toda escuela de aprendizaje? Él mismo siempre insistió que era un simple hombre común como cualquier otro hombre, incapaz, sin la ayuda del Todopoderoso de producir el milagro de una obra tal. Nadie más que Él, cuyo conocimiento abarca todo lo que está en el cielo y en la tierra podría producir el Corán.”

Bernard Shaw en su “Muhammad, Apóstol de Allah”, dijo: “Siempre he tenido en la más alta estima a la religión de Muhammad, simplemente por la maravilla de su vigor viviente. En mi mente esta es la única religión capaz de tener éxito en dominar las múltiples vicisitudes de la vida y las diferencias de cultura. Anticipo (es manifiesto aún hoy) que, hombre a hombre, los europeos llegarán a adoptar la fe islámica. Los teólogos medievales a causa de la ignorancia y la intolerancia retrataron la religión de Muhammad llena de oscuridad y consideraban que desafiaba a Cristo con un espíritu de odio y fanatismo. Después de mucho estudiar al hombre, he concluido que Muhammad no solo no estaba en contra de Cristo, sino que vio en Él a un desesperado salvador de la humanidad, estoy convencido que si un hombre como él se hubiera hecho cargo del liderazgo del nuevo mundo, hubiera tenido éxito para resolver sus problemas y asegurado la paz y la prosperidad que todos los hombres desean.”

Voltaire, quien al comienzo fue uno de los más férreos oponentes y mostró desdén ante el Profeta, después de sus 40 años de estudios acerca de la religión, la filosofía y la historia, francamente dijo: “La religión de Muhammad era incuestionablemente superior a la de Jesús. Jamás descendió a las salvajes blasfemias de los cristianos ni dijo que un Dios era tres o que tres dioses eran uno. El único pilar de su fe es el Único Dios. El Islam debe su ser a los decretos y virilidad de su fundador; mientras que los cristianos usan la espada para imponer su religión a los demás. ¡Oh, Dios! Si las todas las naciones de Europa pudieran convertir a los musulmanes en su modelo.”

Uno de los héroes de Voltaire era Martin Lutero. Aunque escribió que “Lutero no era digno de atar los cordones de Muhammad. Muhammad era un gran hombre y formador de grandes hombres a través de su ejemplo de virtud y perfección. Un sabio legislador, un gobernante justo, un profeta ascético, levantó la más grande revolución que la tierra ha visto.”

Tolstoi escribió: “Muhammad no necesita más afirmación en la fama que elevó a un pueblo bárbaro, sediento de sangre, de sus diabólicas costumbres hacia avances inusitados. Su Ley Canónica con su inteligencia y sabiduría llegarán a ser la autoridad mundial.”

El Islam y las Ideologías

Nuestro mundo está dividido en dos bloques. Mantienen ideologías contrarias, cada uno respalda a sus científicos y sabios quienes, en un aluvión de panfletos y libros, prueban tener razón y muestran el error de sus oponentes. Cada afirmación es la única vía a la felicidad y dice que su adversario es la única causa de confusión y fracaso.

Ambos no pueden tener razón. ¡Ambos pueden estar equivocados! Cada cual puede estar desestimando un punto vital. Aún así, ambos han hecho inmensas colaboraciones al progreso

mundial a través de la brillantez de algunos de sus científicos y técnicos. El progreso en un campo no es prueba de igual progreso en todos los campos de la vida humana, no más que la posesión de un conjunto de talentos indicarían competencia en todas las ocupaciones. ¡Un físico sobresaliente no es, ipso facto, un músico brillante! Tampoco implica, ipso facto, que un avance tecnológico sea un avance en el pensamiento, la sabiduría, la religión, el gobierno, la moralidad.

El Dr. Alexis Carrel escribe (“Man, the Unknown”, p. 27-28): “Las aplicaciones de los descubrimientos científicos han transformado los mundos material y mental. Estas transformaciones ejercen en nosotros profundas influencias. Su desafortunado efecto proviene del hecho que han sido realizadas sin consideración por nuestra naturaleza. Nuestra ignorancia de nosotros mismos ha dado a los mecánicos, físicos y químicos el poder de modificar al azar formas ancestrales de vida. El hombre debe ser la medida de todo. Por el contrario, es un extraño en el mundo que ha creado. Ha sido incapaz de organizar este mundo para sí mismo, porque no poseía el conocimiento práctico de su propia naturaleza. De esta forma, el enorme avance obtenido por las ciencias de las materias inanimadas sobre los seres vivientes es una de las grandes catástrofes que siempre sufrió la humanidad. El ambiente nacido de nuestra inteligencia y nuestros inventos no está adaptado a nuestra estatura o forma. Somos infelices. Degeneramos moral y mentalmente. Los grupos y las naciones en los que la civilización industrial ha logrado el más alto desarrollo son precisamente lo que se han vuelto más débiles y los que regresan a la barbarie de forma más veloz.”

La perfección y la sublimación del hombre en toda una serie de diferentes áreas requieren un organismo de enseñanzas sólidas y universales basadas en realidades de la vida humana y libre de fallas y errores. Eso sólo se halla en las enseñanzas de los profetas de Dios a quienes la revelación les fue concedida desde los orígenes del ser del mundo.

La moralidad, para depender de sanciones más elevadas que las naturales y por ser inspirada por lo que está más allá de lo material, debe construirse únicamente sobre instrucciones fundamentales y básicas.

Desde el momento en que el hombre fue colocado en el globo y estableció las bases para la civilización, un grito se elevó a los cielos desde sus más íntimas profundidades.

Este grito es lo que llamamos religión. Su verdad está indisolublemente conectada con un orden moral.

La inhumanidad, las facciones, la inequidad, la tiranía, la guerra, todos testifican la verdad que los gobiernos y sus leyes jamás han bastado para controlar los sentimientos y las creencias y las opiniones del hombre ni han establecido un orden y justicia, felicidad, paz y quietud en la sociedad. La ciencia y el conocimiento jamás podrán resolver los problemas de la vida humana ni prevenir su descarrilamiento, excepto en alianza con la religión.

Will Durant, sociólogo y filósofo norteamericano, escribe en su “Pleasures of Philosophy” (pp. 326/7): “¿Un gobierno, tiene un determinado poder en materia económica y ética para preservar toda la herencia de conocimiento y moral y arte almacenado por generaciones y entretejidos en la trama y urdimbre de la cultura de una nación? ¿Puede aumentar esa herencia y entregarla a la posteridad? ¿Puede un gobierno, con toda la maquinaria moderna a su disposición, llevar los tesoros de la ciencia a aquellas clases deprimidas que aún creen que las pronunciaciones científicas son blasfemia y brujería? ¿Por qué tales hombres pequeños gobiernan las ciudades más grandes de los Estados Unidos de Norteamérica? ¿Por qué nuestra administración está dirigida de modo tal que nos hacen llorar ante la falta de políticas nobles y verdadero patriotismo? ¿Por qué la corrupción y la decepción ingresan a nuestras elecciones y causan caos en la propiedad pública? ¿Por qué las tareas básicas del gobierno hoy han disminuido a un mero intento por prevenir el delito? ¿Por qué los gobiernos no buscan entender las causas de la guerra y las condiciones de la paz? Las iglesias y las familias tienen que llevar a cabo la tarea de imponer la civilización a dichos gobiernos.”

Las sociedades occidentales sólo pueden continuar tolerando la confusión moral y sus vías de destrucción a causa de sus limitados poderes para tomar las reformas en sus propias manos. Peor la continuación de este estado de situación ya ha tocado su campana de advertencia. El peligro yace a mano, porque la civilización permanece estable sólo en tanto exista equilibrio entre los fines y los medios, entre la autoridad y la aspiración. Cuando este equilibrio se rompe, tal violencia resulta en algo que ningún bien puede detener. No hallaremos nación, a través de la historia humana, que haya sobrevivido a la corrupción de la indulgencia y la permisividad.

Roma pereció. La gloria de Grecia colapsó. Francia, por las indulgentes vidas de sus ciudadanos, se volvió blanda y dio pie al primer asalto nazi. Uno de sus propios generales escribió que la razón de su debilidad fue la erosión interna del carácter.

Spengler previó la caída de la civilización occidental y dijo que surgirían grandes culturas de otros países. Quizá Oriente sea uno de los primeros en retornar a su antigua herencia. Esto no llegará adorando el falso santuario de las civilizaciones desviadas.  Pero la declinación de una civilización puede despertar a los hombres al plan divino e inspirarlos a seguirlo; y así, por medio de esta sublime verdad, hallar una totalmente nueva vida social sobre bases sólidas.

El Islam y la Nacionalidad

En la actualidad, los síntomas de un complejo de inferioridad sobre la pericia industrial de Occidente y sus mortales consecuencias todo lo marcan en las vidas de las naciones de Oriente. Muchos musulmanes están tan empapados con las ideas occidentales que desean ver todo a través de los cristales occidentales, en la creencia que el progreso demanda costumbres y moral, leyes y legislación que copien los estilos occidentales. Esta total rendición suelda los grilletes de la esclavitud en nuestros pies. Extendemos la alfombra roja de nuestro respeto propio, nuestra riqueza material y moral, nuestra herencia religiosa y nacional de buena crianza, a sus pies.  Esto es lo que debilita la fortaleza de las  naciones musulmanas, tanto física como espiritual. Los musulmanes pueden estarlo pero  han perdido el arte de pensar sobre los lineamientos islámicos, desecharon su perspectiva musulmana en los eventos mundiales, se alienaron a sí mismos de la cultura y el credo islámicos y desean occidentalizar todas las formas musulmanas. Los más grandes problemas de la humanidad no son aquellos que pueden resolverse en los laboratorios.

¿Evitará un ejército extranjero que tomemos nuestro lugar en la caravana de la civilización? Supongamos que no seguimos el convoy capitalista ni el comunista. Supongamos que la perfecta justicia social gobierna el interior de nuestro país y nos gana un reconocimientos internacional, restaurando nuestro antiguo prestigio entre la asamblea de los gobiernos nacionales. ¿No nos salvaría esto, a nosotros y a la humanidad,  de posteriores horrores de las guerras?

¿Por qué no permitimos que las leyes y estatutos de  nuestra religión resuelvan nuestros problemas internos? Si puede evitarnos el ocupar el lugar de los pordioseros en la mesa de la

humanidad, y en lugar de ello, ubicarnos como amos en esa casa para el beneficio de todos ¿es eso algo pequeño? ¿Puede un benefactor rico y generoso transformarse en un limosnero? ¿Un hombre que ha nacido para mandar se puede volver sumiso, rebajarse y arrastrarse como un ser inferior, y renunciar a su derecho a elegir el camino  que sabe que es más adecuado.

Nuestros tesoros heredados han bendecido a la humanidad en el pasado. Ni Occidente ni Oriente se atreven a refutar ese hecho y nos desprecian por tenernos como atrasados e indefensos, no importa cuánto luchen por transformar nuestra confianza en confusión y nuestra esperanza en desesperanza, de modo que seamos presas fáciles. Nuestra larga experiencia de alrededor de tres mil años de historia nos ha dejado exhaustos. Hemos sacrificado hábitos, pensamientos, leyes, costumbres de aquí y allí por siglos, y las revestimos en una indiscriminada combinación, de modo tal que nos parecimos a figuras en una ridícula procesión de carnaval que las personalidades dignificadas que debimos ser, luciendo nuestro atuendo nacional con distinción y consumiendo nuestros platos nacionales con consciente nobleza.

Tomemos nuestra actual constitución. Primero copiamos los modelos franceses, luego agregamos los de otras naciones europeas, y después, cada vez que se convocaba a una nueva legislación, buscábamos nuevamente nuestro molde en otro lugar, de modo que hay un eterno conflicto entre el espíritu de las leyes que tomamos prestadas del exterior y el espíritu nacional para el que las leyes fueron hechas. Como resultado, un transgresor obtiene el renombre nacional, la adoración de un héroe y la ayuda incansable en todo sentido. ¿Por qué? ¿Por la ignorancia de la comunidad? ¡No es así! Ya que los instruidos no respondían a las leyes ¡No! Es la inconsistencia entre el espíritu nacional y las leyes prestadas, que no se relacionaban con las necesidades sociales, los antecedentes históricos, la concienciación nacional, las convicciones personales que emergían de un ambiente totalmente extraño al espíritu de nuestro pueblo. Cada ley que se tomó prestada vino de una comunidad con su propia historia, religión, necesidades y realidades particulares. Aún así, ninguna de ellas pudo dar una respuesta totalmente positiva a su propio pueblo, como las continuas condiciones de insurrección lo demuestran.

El profesor Hocking de Harvard, en “The Spirit of World Politics”, escribe: “Los países islámicos no progresarán por la mera imitación a los arreglos de Occidente y sus valores. ¿El Islam puede producir pensamientos nuevos, leyes independientes y estatutos relevantes para adecuar las necesidades que surgen de la sociedad moderna? ¡Sí! ¡Y más! El Islam ofrece a la humanidad más grandes posibilidades para el avance que lo que hacen los demás. Carece no de habilidad, sino de voluntad de utilizarla. En realidad la Shar’ia contiene todos los ingredientes necesarios.”

El períodico nacional iraní, “Keyhan”, el 14 de dey de 1345, informó: “Ayer, en el aniversario del martirio del Imam Ali, todo Teherán practicó las leyes del Islam al 100%. Resultados: no hubo crímenes, los funcionarios forenses estuvieron desocupados, no hubo homicidios, no hubo violencia, no hubo ondas en la calma superficie; los funcionarios y policías vecinales no fueron molestados por llamado alguno; incluso las peleas familiares dentro de los hogares fueron rápidamente acalladas en reverencia por el martirizado Líder de los Creyentes.”

El “Reader’s Digest” persa (Nº 35, Año 25) corroboró esto diciendo: “El número promedio de cadáveres en las morgues de Teherán en cualquier día del último año fue de 6- menos en los días religiosos, por supuesto, y algunos más en otros días. El aniversario de la semana pasada (13 de dey), del martirio del Imam Ali, fue de paz total- una prueba de la persistente fortaleza de la convicción religiosa y de la calma y la sanidad a la que llega la sociedad en días en los que la venta de alcohol está prohibida y las casas de entretenimientos están cerradas.” Ése es el resultado de los musulmanes practicando la ley de su religión por 24 horas. ¿Podría alguna ciudad occidental informar, si no en 24 horas, al menos en 60 minutos, sin accidentes, robos u homicidios? ¿Cuándo obtendrá la humanidad la madurez adulta de aprender la simple lección de lo que tan fácilmente deriva de la paz, la calma, la unidad que todos deseamos?  Es simple descubrimiento para nosotros, en las palabras del poeta:

“Rodeé el globo en busca del Cielo y de tanto vagar:

Regresé, y hallé que mi Cielo estaba en mi hogar.”

El Islam y la Economía (1)

El hombre siempre tuvo que luchar con la tarea de explotar los recursos de la naturaleza para extraer de allí su medio de vida. En los siglos primitivos, como dijo Aristóteles, la vida se organizaba a sí misma socialmente “para hacer posible el vivir, y a continuación, para hacer posible el vivir bien.” En los últimos cuatro siglos, una “ciencia de lo económico” ha sido deducida de los estatutos que regulan las relaciones humanas y el intercambio de bienes que se desarrollan a través de esta organización social. Esta ciencia, enfrentada con la vasta expansión de una tecnología y su afluencia, se ha dividido en dos campos opuestos.

Por un lado, el “Capitalismo” o la “libre empresa” que cree que la naturaleza debe seguir su curso en la economía, de modo que un iluminado interés propio haga que la genialidad de alguien eleve finalmente el beneficio de todos los demás. Esta es la doctrina que sostiene el bloque occidental.

Por el otro lado, el “Comunismo” que sostiene que los medios de producción deben ser controlados por un estado proletario, de modo que una parte justa e igual de todos los beneficios de los esfuerzos humanos sea impuesta a la sociedad.

La rivalidad por el poder absoluto entre estas dos ideologías se halla suspendida sobre el mundo moderno como la amenaza de la espada de Damocles.

Debemos preguntar a los marxistas si su “sociedad sin clases” puede ser asegurada por la sola medida de hacer que los medios de producción sean de propiedad conjunta y de abolir la clase adinerada, cuando, de hecho, una diversidad de clases existe elevándose de otras causas que no son económicas. Mientras en la Sociedad de Repúblicas Socialistas Soviéticas no existía la propiedad de clase burguesa, otras clases de diferencias ocupacionales y ambientales existían. Por ejemplo, los empleados fabriles, los agricultores, empleados públicos, empleados de comercio, funcionarios del partido, el personal de la salud y los médicos, ¿recibían el mismo salario? ¿o los integrantes de la armada o los ingenieros?

Existen aún otras diferencias entre la gente que existe en realidad –la “realidad en la que tenemos que orientarnos” de Lenin. Las personas difieren en edad, sexo, inclinaciones, gustos, fortaleza física, apariencia, poder de razonamiento, ideas y perspectivas.

Un economista soviético escribió recientemente (en “Economics”, Vol. 2, p. 216): “Es impracticable imponer la absoluta igualdad a lo largo de toda la franje. Si tuviéramos que pagar a los profesores, pensadores, políticos e inventores lo mismo que a un trabajador manual, el único resultado final sería la abolición de todos los incentivos al trabajo pensante de todo tipo.”

El capitalismo afirma que sólo a través de la empresa privada y la propiedad personal la economía puede alcanzar tal nivel de vida que suba constantemente en todas las clases y la diferencia entre

ricos y pobres disminuya. En contra de esta afirmación debe exponerse el informe de una encuesta  encargada por Walter Reuthers, presidente del Gremio Unido de los Trabajadores de la Industria Automotriz de los EEUU, en su función de presidente de la “American Society to Combat Hunger” (Sociedad Norteamericana para la Lucha contra el Hambre). Este comité afirma que diez millones de  norteamericanos sufren de desnutrición, y le solicita al presidente de la república que declare el estado de emergencia en 256 ciudades, ubicadas en 20 estados, en las que el peligro es más elevado. Como causa de esta desnutrición, el comité citó las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, acoplada con muchos defectos de la economía interna norteamericana. El Secretario de Agricultura tomó medidas extremas para la compra en el exterior y la requisa en el interior, de todos los artículos comestibles que pudiesen hallar para llenar la brecha. (UP)

Nos vemos obligados a preguntar, por lo tanto, ¿cuán exitoso ha sido cualquier régimen, cualquiera sea su afirmación, en la igualación de las clases, la eliminación de las diferencias y la construcción de una sociedad justa y sólida?

El régimen socialista como el capitalista basa sus sistemas en teorías que son veneradas sin contemplación alguna para los valores espirituales y morales. El objetivo de cada uno es aumentar la abundancia, y nada más.

La filosofía del Islam venera al hombre todo en su escenario mundial. Ordena el comportamiento material y los beneficios sociales, mientras que al mismo tiempo legisla para las virtudes morales, las perfecciones espirituales y para un nivel de vida más elevado. Con esto quiere decir no simplemente lo material, sino los niveles mentales, espirituales, morales, altruistas y filantrópicos, que posibilitan a todos los hombres el vivir para todos y cada uno.

Las leyes occidentales apoyan los derechos de propiedad y dan preferencia a los capitalistas por encima de los trabajadores. La ley soviética, según sus propias palabras, existe para despojar a la persona de todo derecho a la propiedad y para extirpar el capital como una posesión personal, dando preferencia al grupo de trabajadores en conjunto. Ambos sistemas están basados en el juicio y razonamiento humanos.

Pero la ley del Islam está basada en la Divina Revelación. Su legislación no es un expediente humano. No dispone clase contra clase; pero ayuda a cada grupo a respetar la excelencia de los demás grupos. Dictada por el Señor de todas las creaturas, para el  bien general y para el bien de todos, no permite a clase alguna que se enseñoree sobre las demás ni permite que la injusticia se interponga. Un gobernante es en ella una persona común con un conjunto particular de deberes, él por debajo de la ley, ejerciendo el poder sólo para asegurar que los mandamientos Divinos son obedecidos por la sociedad. En el momento que la confianza manda que la Ley de Dios sea soberana, se obtiene la paz y la calma.

El Islam por otro lado, se opone a la doctrina capitalista que los derechos de propiedad quedan fuera de los límites del control estatal y su permiso a la “libre empresa” para ejercer la agresión y la tiranía de los más fuertes sobre los débiles en una exaltación de los derechos del individuo en detrimento de los derechos de la sociedad como un todo, y, por el otro lado, contempla a como fundamental la santidad de la propiedad.

La prosperidad es la piedra sobre la que la independencia y la libertad son construidas dentro de un orden social. El bien común debe ser el principio regulador que gobierna el ejercicio de la propiedad personal. Por lo tanto, el Islam se opone por igual al total rechazo del comunismo por la empresa y propiedad privadas, que entrega la llave de la cosecha al estado, reduciendo a la persona a una posición de subordinación tal que no le es dejado valor intrínseco alguno como persona, siento tenido como una herramienta estatal- un estómago a llenar por el estado y luego explotar, tal como lo hace un granjero con sus caballos y ganado.

Los comunistas sostienen que la propiedad privada no es natural al hombre. Afirman sin evidencia que apoye la tesis, que las primeras comunidades de hombres primitivos mantenían todas las cosas en común en cooperación, amor y hermandad, y sin que algún hombre dijera que poseía algo por sí. La “comunidad” humana comenzó como comunista  con todo en común y lo compartía de acuerdo a la necesidad de cada uno. La demanda de la propiedad personal de algo, sostienen, sólo se desarrolló en pequeños grados hasta que alcanzó los aterrorizantes excesos que se manifiestan en el mundo actual.

Su utopista “Edad de Oro” es, sin embargo, un sueño: ya que los hechos demuestran que la propiedad personal no es un resultado del desarrollo de las tendencias adquisitivas en un ambiente en particular. La propiedad es contemporánea con la aparición del hombre en la tierra: es pertinente a la naturaleza humana como todas las demás urgencias innatas y no más negable que las demás. Los economistas modernos dicen que el sentido universal del sentido de propiedad, que es hallado en todas las tribus de la tierra y en todas las épocas, sólo puede ser explicado como un instinto primario. El hombre desea ser el único amo de los bienes que atienden a sus necesidades, para sentirse verdaderamente libre e independiente. Además, un hombre siente que los bienes que deben su existencia al arduo trabajo de sus manos, son, en cierto modo, una extensión de sí, mereciendo el mismo respeto que pide por la integridad de su persona. Por último, siente la urgencia interna de construir un almacén para asegurar su futuro y el de su familia, desarrollando, a partir de ahí, el ahorro y la economía que hacen que tenga almacenada una provisión para los días de lluvia. Este almacenamiento que, de allí en más, guarda celosamente como “propio”. El bienestar de la comunidad crece con el aumento de la propiedad privada y la productividad, ya que una unidad social subsiste por la industria de sus miembros individuales. El incentivo para el trabajo arduo yace en sus recompensas, en la propiedad personal y en el aumento de la facilidad de vida. Motivo por el que la sociedad debe conceder a la persona el derecho a poseer lo que ha creado con su esfuerzo, ya que el propio bienestar de la sociedad es en sí mismo el producto de ese esfuerzo.

El Islam con su enfoque práctico y realista al hombre tal como es, reconoce la importancia de la necesidad de poseer como un factor creativo para todo progreso social; y por lo tanto legisla para asegurar al hombre una posesión de todo lo que su mano le ha ganado a través de medios apropiados y lícitos, teniendo en cuenta su productividad como la garantía de su derecho a la propiedad.

El Islam rechaza la opinión que la opresión, la explotación y la violencia son concomitantes inevitables de la propiedad privada, ya que solo aparecen donde el poder legislativo es sostenido por las clases más ricas, y a través de ellas, como en los países occidentales, dirigidas solamente a la protección de sus propios intereses. Como la Ley Islámica deriva solamente de la dominante Autoridad de Dios, es totalmente imparcial, de modo que ninguna ley puede ser  concebida por ella con el objeto de proteger al rico o dañar al pobre. Desde sus comienzos, el Islam ha reconocido la propiedad privada, pero siempre bajo ciertas condiciones en que la violencia y la opresión quedan fuera de cuestión. El Islam sostiene que está mal arrebatar las fábricas de las manos de aquellos que las han creado y quienes soportaron con paciencia las adversidades y esfuerzos, las construyeron para dar trabajo a muchos, bienes a la sociedad y, por supuesto, también lucrar. El Islam sostiene que el recurrir a la violencia para remover los medios de producción de las manos de los hombres de iniciativa es dañino para la seguridad social y para el respeto de los derechos de las personas. Desaliente el espíritu de invención e iniciativa y empresa. Sin embargo, el gobierno puede y debe controlar de este modo la justicia social, la equidad en el lucro y los beneficios públicos, y las finanzas del propio gobierno son cuidadas en consecuencia.

En resumen, la economía islámica da primacía conjunta a lo individual y a la comunidad. Equilibra con ecuanimidad los intereses y los derechos de estos dos elementos garantizando una economía libre mientras salvaguarda la libertad del componente individual y el beneficio de toda la comunidad simultáneamente por ciertas regulaciones razonables y necesarias sobre la propiedad privada. La necesidad de dicha propiedad se reconoce como innata y, por lo tanto, relacionada con la naturaleza humana, de modo que los únicos límites que pueden serle impuestas son aquellos dictados por los intereses generales de toda la sociedad, que, por supuesto, conllevan los mejores intereses de cada uno de los miembros. El Islam contempla el instinto de posesión como un incentivo divinamente implantado para inspirar a los hombres al trabajo arduo para el mejoramiento de los medios de vida y para que incrementen la producción: aunque regula la expresión de este incentivo con condiciones que obvian la violencia, la opresión, la explotación, la extorsión y otras formas de abuso de la libertad. Estas condiciones ponen a salvo los intereses de la sociedad y son límites a la independencia individual que de ningún modo dañan la libertad, ya que tanto la vida en comunidad como la libertad individual deben imponer esos límites al comportamiento que garantizará la supervivencia del individuo y de la comunidad y, por lo tanto, deben proscribir la especulación, la malversación, el desfalco, el acaparamiento, la avaricia, la usura, el embargo forzoso de los bienes de la propiedad ajena y todos método delictivo y antisocial similar de amasar capitales.

El Islam y la Economía (2)

Los historiadores económicos nos dicen que en sus comienzos, el sistema capitalista era simple y benéfico, pero que el hábito de otorgar préstamos con intereses creció poco a poco hasta su dañoso exceso del presente. Con esto llegó la bancarrota de pequeños negocios y su amalgamiento con complejas compañías y estructuras financieras más grandes. El Islam etiqueta a esa usura como “pecado”, como lo hace también con las crisis de explosión y caída inseparables de ese sistema.

El Islam ha legislado el pago de un “Zakat” (la Parte de los Pobres) del 20% sobre  el capital obtenido por los ricos para el apoyo de los indigentes. Esto ayuda a nivelar las diferencias, a acercar los extremos económicos y a contener la excesiva acumulación de la riqueza. Otra regulación islámica con el mismo objetivo y los mismos resultados es el derecho gubernamental de fijar un impuesto a la riqueza a las finanzas nacionales, ya que el Islam sostiene que Dios ha puesto Sus buenos dones en este mundo para el beneficio de todos, como puede ser  visto en los bosques, cañaverales, pasturas, desiertos, montañas y minas. (*)

Establece, asimismo, que sean públicos, sea a través de la falta de testamento de un propietario fallecido o porque son pagados como multas de restitución, de modo que son la propiedad de

todos tal como Dios pretendió que lo fueran todas las cosas. Las leyes testamentarias del Islam también prohíben la indebida acumulación de propiedades en manos de una familia de generación en generación.

Por lo tanto, las condiciones por las que el Islam limita su respeto por los derechos de la propiedad privada, son aquellos que están dictados por la necesidad de asegurar que los privilegios individuales jamás amenacen el bienestar de la comunidad islámica. De este modo, en caso de emergencia o desorden, el justo gobierno islámico pueda emplear los poderes legales puestos a su disposición para evitar los daños que amenazan el futuro y también para administrar la sociedad como para satisfacer las necesidades de las masas musulmanas, en el momento que sea necesario.

La tierra de un país no puede caer en posesión de un pequeño puñado de propietarios. La indigencia y la desnutrición de las masas no pueden ignorarse. Estos puntos son principios fijos, propuestos por el Islam de manera franca y firme, con fe y obligatoriamente. La Fe condena la intrusión dañosa del capitalismo moderno que se practica en el mundo musulmán y prohíbe la avaricia y la codicia que llevan a la esclavización, la guerra y el imperialismo.

Está escrito en el Corán (Sura 59, “Al- Hashr”, La Reunión, Versículo 7): “Para que no vaya de nuevo a parar a los que de vosotros ya son ricos.”

Además de los decretos legales que aseguran el correcto uso de las finanzas y los recursos al penar las trasgresiones, el Islam también trae motivos totalmente nuevos, como indica nuestra cita coránica, al dirigir las aspiraciones de los hombres hacia Dios. Por lo tanto reestructura su conducta dentro de los límites del camino que conducen a Él. Este camino tiene vallas morales a cada lado por encima de las cuales nos aspirantes no desean pasar. El camino está pavimentado con filantropía, afecto y sentimientos de caridad y abnegación, lo que significa que ningún musulmán de manera voluntaria tomará partido por una acción que llevará la injusticia a los demás. De este modo, la conciencia individual se rehúsa a acumular capital de manera excesiva, el empleador se rehúsa a tiranizar u oprimir a sus trabajadores para obligarlos a producir.

Este noble desafío espiritual, dirigido a ayudar a la persona llega al conocimiento de Dios y de esa manera, el amar al prójimo se arraiga profundamente dentro de la conciencia, de modo tal que un hombre halla placer y riqueza en complacer al Creador, y  esto supera todo otro valor para él.

En realidad la declinación actual de la fe y la disminución de la creencia en el Día del Juicio, son las que llevan a la codicia y la avaricia, a la maleficencia y a las formas de injusticia y opresión que vemos a nuestro alrededor. A menos que las relaciones de los hombres sean las correctas con Dios, sus relaciones no estarán bien con los demás. Una revolución de conciencia produce una revolución en el alma, en la sociedad y en el mundo. Ésa es la lección de la historia en la práctica, como también l de la doctrina de la religión. La misma consideración aplica a la ideología del Comunismo, y será visto inmediatamente que la sabiduría tradicional islámica es superior a los excesos materialistas occidentales y orientales.

Filósofos modernos como William James, Harold Laski, John Strachey y Walter Lippman critican la total derogación comunista de los temas personales y sociales en favor de la autoridad estatal, diciendo que la personalidad e iniciativa individual son sofocadas en tales ambient4es. Mientras que por otro lado, la democracia capitalista pone mucho énfasis en la libertad individual en detrimento del progreso social. Esto crea una oligarquía de los ricos, volviéndolos amos de los medios de producción y convirtiendo a todos los hombres en esclavos de la economía. Desde ángulos opuestos llegan a la conclusión común que las personas deben imponerse a sí  mismos una disciplina interna  si van a gozar de una verdadera libertad, contrariamente a lo que pueda parecer, y que el bienestar de la sociedad depende del ejercicio responsable de sus miembros de la mencionada autodisciplinada libertad. ¿Cuál es su otra conclusión aparte de la reafirmación de la doctrina por la que el Islam ha sido predicado por 14 siglos? Es tiempo que las lecciones de historia, las conclusiones de los filósofos y las doctrinas de la religión sean hechas guías para la conducta de los hombres y de las comunidades de todas partes.

En 1951, la Universidad de Leyes de París dedicó una semana al estudio de la Fiqh Islámica (la Ley Canónica). Convocaron a expertos de países islámicos de todo el mundo para el esclarecimiento de ciertos puntos en particular, p. e.:

1. La Ley Canónica sobre la propiedad.

2. Las condiciones para el archivo de deudas sobre la propiedad para la preservación del bienestar de la sociedad y el público.

3. Responsabilidad criminal.

4. La recíproca influencia de la fe islámica y la ley canónica entre sí.

El director de la Sociedad Parisina de Leyes dirigió la conferencia y resumió, en el final, lo siguiente: “Cualesquiera hayan sido nuestras ideas iniciales acerca de la ley  islámica y su rigidez o incompetencia para la documentación de las transacciones, nos hemos visto obligados a revisarlas en esta conferencia. Permítaseme resumir la nueva perspectiva –nueva, creo, para la mayoría de nosotros- que la conferencia nos ha brindado, en esta semana particularmente dedicada a la Fiqh, la Ley Canónica Islámica. Vimos en ella un principio profundamente arraigado y un particular cuidado que abarca a toda la humanidad en su universalidad y, de esta forma es capaz de dar una respuesta a todas las emergencias y sucesos de esta época. En nuestro comunicado final decimos: ‘La Ley Canónica Islámica debería ser uno de los elementos formadores de toda la nueva legislación internacional para reunir todas las condiciones actuales, ya que posee un tesoro legal de valor estable universal que permite a su Fiqh, entre la moderna confusión de puntos de vista y pronunciamientos religiosos, lidiar con las exigencias impuestas por las nuevas formas de vida que surgen en el ambiente moderno.’

(*)La árida extensión, quemada por el sol, del territorio del cinturón islámico que va desde la costa del Atlántico mauritano por aproximadamente 9656 km a través de las repúblicas soviéticas musulmanas de Gobi Occidental, puede apoyar sólo a una pequeña población humana, mientras que la escasez de vegetación obliga a un modo de vida nómade migratorio a los dueños de ganados, de modo de hallar pasturas. De allí la lista de nuestro autor sobre los beneficios de los dones de Dios poseídos públicamente, a la par que omite la luz del sol y la lluvia, que son naturales en el pensamiento de los occidentales y libres para todos, no son mencionadas porque ese cinturón tiene mucha luz de sol y muy poco régimen pluvial. (N. del T. al inglés)

 

El Islam y los Avances Intelectuales

La mayoría de los occidentales ignora la deuda que tiene su civilización con el Islam, incluso para la transformación moderna, los avances científicos y las empresas filosóficas.

El Islam llegó al mundo en el seno de uno de los pueblos más atrasados. En muy poco tiempo había elevado a esas tribus a la preminencia en todos los campos.

Su milagro más grande fue su aparición como un adulto maduro de espíritu en un ambiente tan degradado e indigente.

Su segundo milagro fue la elevación de ese ambiente por la mera fuerza de la inspiración, sin ayuda externa, hacia un destino sin par.

El tercero fue la creación de un foco central desde el que se irradiaban ondas, estimulando el renacimiento de otros pueblos de todo contexto a lo largo del mundo.

Los cambios que forjó compusieron la revolución más grande de la historia hasta el momento, una revolución en los sentidos y la razón, en pensamiento e intelecto, en relaciones entre individuos y comunidades, y ciertamente en todo compartimento de la vida humana.

Al finalizar su primer milenio, el Islam se extendía desde la costa atlántica del África en el oeste, hasta la Gran Muralla China en el este, desde el Mediterráneo hasta el Sahara en África. En España sus tropas tomaron primero Andalucía, luego España toda hasta los Pirineos, e incluso penetraron el sur de Francia llegando hasta Tours. Todos los “Jezirat- ul’ Arab” eran musulmanes por supuesto. Desde el Irán musulmán y Afganistán, otros ejércitos tomaron Sind, Punjab y Gobi, y todo ello en unos pocos siglos.

En todos sus dominios, los principios que funcionaban en la patria árabe se aplicaban en las nuevas sociedades bajo su influencia. En particular su justicia, equidad y hermandad, los frutos humanos de su cuidado meticulosos por la persona y su lugar en la sociedad, que eran las marcas que distinguían al Islam, dejaron su sello en las comunidades sobre toda esta vasta área.

La primera tarea fue derrocar las tiranías, la segunda fue el establecimiento de un sólido gobierno islámico y el respeto por los derechos humanos, la tercera fue la iluminación del intelecto, la investigación y el pensamiento, la cuarta fue la propagación de la fe con su calmo llamado a la razón y la lógica y por su visión profunda y amplia, la quinta, y quizá la más gloriosa por ser la más anónima, fue el contagio a otras naciones, de todos los credos y de ninguno, con su superior perspectiva moral, mental y espiritual.

Este último logro no elevó simplemente el nivel general de los pueblos de cada religión a lo largo del mundo, sino que también atrajo a muchos prosélitos de los idólatras de Arabia, de los animistas de África, de los magos y zoroastrianos de Irán y cristianos de Egipto y Siria.

La Arabia pre- musulmana no tenía rastros de cultura, ciencia, erudición ni economía, por razones geográficas, los árabes vivían en la penuria y la miseria, presa de las supersticiones, aislados de las corrientes mundiales. El Islam cambió todo eso y continuó abriendo los corazones y las mentes de los hombres a nuevas posibilidades.

En la lejana Andalucía surgió una escuela de estudiosos, escritores, matemáticos, investigadores científicos y filósofos, inspirada en el Islam para revivir el nivel de pensamiento alcanzado por los griegos 1500 años antes, y para elevarse a nuevas alturas jamás antes alcanzadas por el hombre.

Los estudiosos modernos en cada país, incluso en aquellos cuyos prejuicios los harían preferir mantener una actitud crítica y hostil hacia el Islam, atraen la atención a la velocidad de la difusión de la fe islámica, a sus benéficos resultados para el progreso de la humanidad en el pensamiento y el estudio y para el progreso de las ideas que llevó a otras civilizaciones estancadas.

Debe ser notado por todos nuestro “progreso” en todos lados, que este brillante avance para toda la humanidad fue concomitante con la autodisciplina moral, del rehuir de la disipación que sigue a

dar rienda suelta a las pasiones y a un deliberado control de los instintos creativos, que los canalizó en trabajos de creatividad artística, intelectual y social, dignos de seres humanos maduros. Esta disciplina interna, que el hombre necesita, promueve la libertad interna que desea y es una de las causas del amplio dominio del Islam sobre las mentes de los hombres de la temprana Edad Media. Ya que ofrecía no solamente formas de vida externa más solidas sino que reaseguraba el centro interno del espíritu. Abolió las salvajes persecuciones ocasionadas por la ciega traición y por los fanáticos estrechos de mente.

Fue por esta razón que el Sultán Kemal- ul- Mulk, sobrino de Saladino, habló de hombre a hombre y como vástago del mismo espíritu, a Francisco de Asís cuando el Santo cruzó las líneas del campamento de los Cruzados del rey Luis, a quienes los musulmanes habían detenido antes de Damietta. Fue la misma humanidad universal que ocasionó los grandes contrastes entre el tratamiento misericordioso de Omar para con los cristianos de Jerusalén cuando la conquistó y la bárbara masacre de los habitantes musulmanes de Jerusalén por parte de los Cruzados europeos que la retomaron después de 300 años. El Islam remplazó tal barbarie con un gobierno constitucional, una sociedad humanamente regulada, una  filosofía global que abarcaba toda la humanidad.

El la Época Oscura, mientras la Iglesia establecía su poder sobre las diferentes nacionalidades y las encadenaba en prohibitivos lazos a un status quo, el Islam iba construyendo una cultura multifacética que sentaba las bases para el florecimiento de las ciencias, el conocimiento y la creatividad artística y tecnológica que se llamó “Renacimiento”. Esto sucedía mientras la Iglesia condenaba a Galileo por confirmar la teoría de Copérnico de la órbita terrestre alrededor del Sol y obligándolo a su famosa retractación: “Yo, Galileo Galilei, de setenta años de edad (1633 D. C.), y arrodillado ante vosotros, eminentísimos y reverendísimos cardenales de la Iglesia Universal Cristiana, teniendo ante mis ojos los Santos y Sagrados Evangelios que toco con mis manos, me arrepiento y niego la tonta afirmación que la tierra se mueve y con respecto a esa afirmación que es una herejía,” incluso cuando murmuraba con rebeldía sotto voce “Eppure si muove”.

Aunque 500 años antes, nuestro gran astrónomo y matemático, Omar Khayyam de Nishapur (floruit en la segunda mitad del S XI, cuando Guillermo, el Bastardo, estaba conquistando Inglaterra) había dado a Irán el calendario Jalili que hasta la actualidad nos permite comenzar nuestro año no solo en el día, sino también en la hora, el minuto y el segundo exacto en que la tierra culmina una órbita y comienza la otra alrededor del sol en el equinoccio de primavera ¡Cuán pocos occidentales lo saben! Creen que era un poeta, si bien era mediocre como tal, no se daban cuenta que si hubiesen entendido su sabiduría podrían haber evitado todas las alteraciones gregorianas al calendario juliano ¡y la pérdida de 11 días!

Roger Bacon (1214- 1292 D. C.) el “Doctor Mirabilis” franciscano, durante el reinado de Edward I de Inglaterra, fue obligado a renunciar a investigaciones experimentales de ciencia a las se había orientado en sus lecturas  sobre las obras de Aristóteles, en París, y sobre todo sobe la “Liber de Causis”,  y fue llevado de Oxford nuevamente a París para ser vigilado de cerca por la Iglesia, tan intolerante y estrecha que no podía apreciar la riqueza del tesoro científico que les estaba ofreciendo. Fue procesado como aficionado a la alquimia diabólica y satánica, y la turba fue incitada a pedir a gritos que se le corte la mano de hechicero y que “este musulmán (¡) sea exiliado.”

En la actualidad los historiadores y estudiosos europeos y norteamericanos reconocen y comentan las contribuciones fundamentales hechas por el Islam en todos los avances modernos en las ciencias, matemáticas, tecnología, filosofía, en muchos modos de los que este breve capítulo sólo ha podido tocar en superficie.

La Revolución Cultural

No hay mejor evidencia de la pasión del Islam por la difusión de la erudición, desde sus mismos comienzos, que pueda ser dada sino a través de las palabras del propio Profeta que dijo, después de la batalla de Badr y de la victoria musulmana, a las inmensas multitudes a las que habían hecho prisioneras, que cualquiera de ellos que quisiera comprar su libertad pero no tuviera dinero para el rescate, podría emplear sus conocimientos como recurso, y cualquier politeísta que enseñara a diez musulmanes a leer y escribir, obtendría su libertad. Su pronunciamiento fue puesto en práctica, y de este modo un gran número de sus adherentes originales comenzaron el camino de la educación.

Su sobrino y sucesor, el Imam Ali, la paz sea con él, declaró que la difusión de la ciencia y el conocimiento y la cultura y la capacidad intelectual era uno de los méritos a desear y adquirir por cada gobierno musulmán. En el registro de sus palabras se informa que dijo: “¡Oh, pueblo! Tengo derechos sobre vosotros y vosotros sobre mí. Vuestro derecho sobre mí es insistir que siempre os daré guía y consejo y buscaré vuestro bienestar y mejoraré los fondos públicos y todos vuestros sustentos y os ayudaré a elevaros de la ignorancia y analfabetismo a las alturas del conocimiento, el aprendizaje, la cultura, las costumbres sociales y la buena conducta.”

215 años después de la Hégira, el califa abasida Ma’amun fundó una “Casa de la Sabiduría”, en Bagdad, para que sea el centro de la ciencia y la dotó con un observatorio astronómico y una biblioteca pública para la que dejó 200.000 dinares (el equivalente a unos 7 millones de dólares). Reunió a un gran número de sabios que estaban familiarizados con idiomas extranjeros y diferentes disciplinas, como Honain y Bakht- ishu’, Ibn Tariq, Ibn Muqafa’, Hajaj bin Matar y Sirgis Ra’asi y otros, muchos para mencionar, y les asignó una gran suma de dinero para ellos, enviando a algunos de ellos a otros países del mundo para buscar libros de ciencia, medicina, filosofía, matemáticas y delicada literatura, en hindi, pahlavi, caldeo, sirio, griego, latín y farsi. Se cuenta que las vastas colecciones que enviaron a Bagdad superaban la carga de ¡100 camellos!

Europa no tuvo una universidad o centro cultural para mostrar por sí misma en aquellos siglos en que en las tierras islámicas había un gran número de ellas compuestas por expertos y especialistas en todas las ramas del conocimiento. Estos centros islámicos comenzaron a irradiar ondas de brillante nuevo pensamiento al mundo en todo momento cuando se lanzaron las Cruzadas. De hecho, se puede decir que fue el nuevo aprendizaje fomentado por el Islam que proveyó a los europeos de algunos de sus nuevos pensamientos que hicieron posible cualquier destreza que adquirieron en esas desastrosas guerras e inflamaron la pasión de la envidia y la codicia que hizo que Occidente quisiera tomar por sí mismo los tesoros que vieron que el islam taría a las naciones bajo su influencia.

El Dr. Gustave Le Bon escribe en la página 329 del  volumen III de su “History of Islamic and Arab Civilization”, “En aquellos días, cuando los libros y las bibliotecas no significaban nada para los europeos, muchas tierras islámicas tenían libros y bibliotecas en abundancia. De hecho, en la “Casa de la Sabiduría” de Bagdad, existían cuatro millones de volúmenes, en la Biblioteca del Sultanato de El Cairo, un millón; en la biblioteca de la Trípoli siria, tres millones de volúmenes, mientras que en España, solo bajo el dominio musulmán había una publicación anual de entre 70 y 80 volúmenes.”

G. L’Estrange, en su “LEgacy of Islam”, en la página 230, escribe: “La Universidad Mustansariyya estaba dotada con equipamiento y fue construida en un gran campus con edificios universitarios de esplendor tal que no tenía parangón en el mundo musulmán ni en otro lugar. Sus cuatro escuelas de leyes, cada una con 75 estudiantes y un profesor que enseñaba a sus pupilos gratis, pagaba a su  profesor un salario mensual, a la par que a cada uno de los 300 estudiantes se les entregaba un dinar de oro al mes. La cocina de la universidad daba comidas diarias. Ibn- el- Farat dice que la biblioteca contenía volúmenes únicos e invaluables, de muchas ramas de las ciencias, que cualquier estudiante podía obtener prestado. Se les brindaba lápices  y papeles para las notas que cualquiera deseara tomar. La universidad contaba con hammams (baños) y enfermerías. Sus doctores llevaban a cabo inspecciones diarias de la universidad y escribían prescripciones para cualquiera que se hallase enfermo. Los almacenes universitarios podían otorgar las drogas prescriptas de manera inmediata. ¡Todo esto a comienzos del S XIII, D. C.!

El Dr. Max Meyerhif escribe: “En Estambul, las mezquitas poseen entre ellas más de 80 bibliotecas, con decenas de miles de libros y antiguos manuscritos. En El Cairo, Damasco, Mosul, Bagdad y en ciudades de Irán e India, existen otras grandes bibliotecas llenas de tesoros. No se ha publicado aún un catálogo apropiado de los preciosos volúmenes en todas ellas. Además de la biblioteca de El Escorial en la Península Ibérica, contiene una gran sección llena de libros y manuscritos producidos por los eruditos islámicos de Occidente, que también esperan su catalogación.”

El Dr. Gustave Le Bon, escribe en las páginas 557-78 de su “Islamic and Arab Civilization”, “Los musulmanes siguieron las ciencias con profunda aplicación. En cualquier pueblo que tomaban, su primer acto era la construcción de una mezquita y luego una universidad. Esto condujo a la producción de majestuosas instituciones de aprendizaje en un gran número de ciudades. Benjamin Toole (ob. 1173 D. C.), dijo que en Alejandría halló más de 20 universidades en funcionamiento. En Bagdad, El Cairo, Córdoba y otros lugares tenían grandes universidades con laboratorios, observatorios, inmensas bibliotecas y todos los demás requerimientos necesarios para encarar los problemas intelectuales. En Andalucía solamente, existían 70 bibliotecas públicas. La biblioteca de Al- Hakim II, en Córdoba, contenía 600.000 volúmenes y llevó 44 volúmenes catalogar el contenido de la biblioteca. Cuando Charles, el Sabio, cuatro siglos después, fundó la Bibliothèque Nationale de France, sólo pudo reunir 900 volúmenes, y ello luego de mucho esfuerzo, y un tercio de los 900 libros eran acerca de religión.”

El mismo autor en la página 562 agrega: “Los musulmanes pusieron a la ciencia en la vía de la exactitud, el experimento y el descubrimiento progresista por medio de hipótesis, con un entusiasmo particular, mientras producían libros y tratados y escuelas que difundían sus destrezas intelectuales a todos los rincones del mundo. De este modo, abrieron a Europa el camino a su Renacimiento. Así que está justificado el título de “Profesor de Europa” dado al recién surgido poder islámico, ya que fue a través de ellos que los tesoros de los antiguos griegos y romanos fueron redescubiertos y aumentados y devueltos a Europa a medida que comenzaba a emerger de la Época Oscura.”

Josef Marc Kapp escribe, con respecto a los primeros siglos del progreso del Islam en la cultura, en su libro “Muslim Splendour in Spain”, (p. 170): “Incluso las clases más bajas de la sociedad estaban ávidas de aprender a leer; y los humildes trabajadores limitaban sus gastos de comida y vestimenta y  gastaban sus últimos céntimos en la compra de libros. Un trabajador  tenía una biblioteca tal que los estudiosos acudían a él. Los esclavos libertos y los hijos de los esclavos ingresaban a las filas de los cultos y hombres como Vafyat- ul- A’iyan Ibn Khalkan sentaron las bases para un gran progreso.”

Nehru escribió con respecto a los beneficios concedidos por el progreso social y la revolución de los musulmanes en Andalucía en su libro “A Glimpse at World History”, (p. 413): “Córdoba tenía alrededor de un millón de habitantes, un magnífico parque público de cerca de 20 kilómetros y suburbios que se extendían por 40 kilómetros, con 6.000 palacios, mansiones y grandes casas, 200.000 casas de bellezas más pequeñas, 70.000 comercios y pequeños negocios, 300 mezquitas, 700 hammams con baños fríos y calientes para el uso público. Existían innumerables bibliotecas de las que la más abarcadora e importante era la Biblioteca Real, que contenía 400.000 volúmenes. La Universidad de Córdoba era famosa en toda Europa y en Asia Occidental. A la vez la educación era brindada a los pobres. De hecho uno de sus historiadores contemporáneos escribe que casi todos en España en aquellos días podían leer y escribir, mientras que en el resto de la Europa cristiana, aparte de los monjes y las personas de la clerecía que eran educadas en las casas religiosas, nadie, incluyendo los más altos miembros de la nobleza, creía que valiera la pena siquiera intentar aprender las artes básicas de lectura.” Para ilustrar estas afirmaciones, agrego ocho capítulos extremadamente breves, cada uno acerca de una rama distinta de la ciencia o la cultura; reconozco gustosamente mi deuda para con el “Legacy of Islam” de Arnold y Guillaume (publ. O. U. P. 1931), al que refiero a todo lector que desee aumentar esta información.

Ciencias Médicas

El Dr. Meyerhof escribe en “The Legacy of Islam” (p. 132): “Los doctores musulmanes se reían ante los asistentes médicos de los Cruzados por sus torpes y elementales esfuerzos. Los europeos no tenían la ventaja de los libros de Avicena, Jaber, Hassan bin Haytham, Al- Razi. Finalmente, sin embargo lo habían traducido al latín. Estas traducciones aún hoy existen, sin los nombres de los traductores. En el S. XVI, los libros de Averroes (Ibn Rushd) y Avicena (Ibn Sina) fueron traducidos al latín en Italia y usados como base para la instrucción en las universidades italianas y francesas.”

En la página 116 de la misma obra escribe que luego de la muerte de Al- Razi las obras de Avicena (980- 1037 D. C.) fueron tomadas. Su influencia en el pensamiento y la filosofía y en las ciencias generales fue profunda, y su obra médica (basada en la obra de Galeno, al que halló en una biblioteca de Samarcanda en traducción árabe) tuvo una gran difusión. Otros científicos seguidos fueron: Abu’l- Qais de Andalucía; Abbas, el iraní; Ali ibn- Rezvan de Egipto; Ibn Butlan de Bagdad; Abu Mansur Muwaffaq de Herat; Ibn Wafid de España; Masuya de Bagdad; Ali Ibn- Esaú de Bagdad; Ammar de Mosul; Ibn- Rushd (Averroes) de Andalucía; cuyas ibras traducidas al latín fueron usadas en universidades europeas. Europa desconocía la bacteria del cólera cuando el Islam ingresó a España, y la gente que la contraía era tenida como castigada por el cielo para purgar sus pecados; pero los médicos musulmanes ya habían probado que incluso la peste bubónica era una enfermedad contagiosa y nada más.

El Dr. Meyerhof escribe acerca del libro de Avicena “El Canon” que es una obra maestra de la ciencia médica que demostró su valía al ser impresa en una serie de 16 ediciones a fines del S. XV, 15 en latín y una en árabe. En el S. XVI más de una veintena de ediciones fueron publicadas, por su valor como obra científica. Su uso continuó hasta los S XVII y XVIII, de modo que se volvió el más conocido de todos los tratados médicos. Aún se la consulta en las facultades de medicina.

Will Durant escribe que Muhammad ibn Zacarías Razi fue uno de los médicos más progresistas del Islam, autor de 200 tratados y libros que bien valen ser estudiados en la actualidad, en particular su “Viruela y Sarampión” (publicado en latín y otras lenguas europeas en 40 ediciones entre 1497 y 1866) y “La Gran Enciclopedia” de 20 volúmenes, los cuales son en la actualidad, en su mayoría, inhallables: cinco volúmenes fueron dedicados a la óptica, traducidos al latín en 1279 D. C., impreso en cinco ediciones sólo en 1542, reconocido como la obra más autorizada sobre los ojos y sus enfermedades y tratamientos por siglos; una de las nueve obras básicas sobre las que la Universidad de París compuso su curso de medicina de 1394 D. C.

La cirugía hizo similares progresos a manos de practicantes islámicos, que incluso utilizaban anestésicos, aunque se los cree de origen moderno. Empleaban una base de beleño.

Entre las innovaciones de Al- Razi, se hallaba el uso del agua fría para el tratamiento de la fiebre persistente, las ventosas para la apoplejía, ungüentos de mercurio y suturas con entrañas de animales y muchas más. Más información acerca de la medicina islámica puede ser hallada en los muchos libros que hay sobre la materia. El diagnóstico de la tuberculosis a partir de las uñas, la cura de la ictericia, el uso de agua fría para prevenir las hemorragias, la destrucción de los cálculos biliares y renales para facilitar su extracción, la cirugía de hernia se hallan entre los avances muy numerosos como para mencionar en detalle. El cirujano islámico más grande fue Abu’l Qasim de Andalucía, cariñosamente llamado Abu’l Qais, y a veces Abu’l Qasis, floruit en el S. XI, inventor de numerosos instrumentos quirúrgicos y autor de libros que los describen y su uso, libros traducidos e impresos en incontables ediciones en latín y usados en toda Europa, cuya última edición fue en 1816.

Farmacología

Gustave Le Bon escribe: “Además del uso de agua fría para tratar los casos de tifoidea, un tratamiento luego abandonado, aunque Europa luego retoma este invento musulmán en tiempos modernos, luego de un lapso de siglos- los musulmanes inventaron el arte de mezclar medicamentos químicos en píldoras y soluciones, muchos de los cuales aún se hallan en uso, a pesar que algunos de ellos son reclamados como una invención totalmente nueva de nuestro siglo por parte de químicos que desconocen su distinguida historia. El Islam tenía dispensarios que entregaban las medicinas gratuitamente a los pacientes, y en algunos sitios de los países en donde no era posible acceder a hospitales, los médicos hacía visitas regulares con todas las herramientas de su arte para cuidar la salud pública.”

Georgi Zeidan escribe: “Los farmacólogos europeos modernos que han estudiado la historia de su profesión encuentran que los doctores musulmanes habían lanzado muchas de las especialidades benéficas siglos atrás, hicieron de la farmacología una ciencia y compusieron curas, establecieron las primeras farmacias con el modelo moderno. Así, sólo en Bagdad había 60 comercios químicos que dispensaban las prescripciones regularmente a cargo del Califa. Se pueden ver evidencias de estos hechos en los nombres dados en Europa a varias medicinas y hierbas que delatan su origen árabe, hindú o persa. Por ejemplo: alcohol, álcali, alcanos, damasco, arsénico, para citar algunos.

Hospitales

Georgi Zeidan continua: “En los dos siglos que siguieron a la muerte del Profeta, La Meca, medina y otras grandes ciudades musulmanas tenían hospitales, mientras que los gobernantes abasidas y sus ministros competían en sus propias regiones por tener la mejor institución para el cuidado de los enfermos. Luego de tres siglos después de la Hégira, el gobernador Adhud- ud- Dowley Deylamy había fundado el hospital Adhudi con 24 especialistas, maestro cada uno en su campo en particular, un hospital que pronto ganó la reputación de excelencia por encima de todos los hospitales del Islam, aunque, con el transcurso del tiempo, fue sobrepasado.

El orden y concierto de los hospitales islámicos era tal que no se hacían distinciones de raza, religión u ocupación, la cura era administrada con meticuloso cuidado a cualquier paciente. Se distribuían distintas guardias para los pacientes con enfermedades específicas. Eran hospitales escuelas en los que los estudiantes aprendían teoría y ejercían la práctica. Además, existían hospitales itinerantes que llevaban doctores y su instrumental en camellos o mulas a cada distrito. El Sultán Mahmud, el Seljuk, viajaba con un hospital que necesitaba de 40 camellos para su transporte.”

El Dr. Gustave Le Bon escribe: “Los hospitales musulmanes apuntaban a la medicina preventiva y a la preservación de la salud tanto como a la cura de los que ya se encontraban enfermos. Estaban bien aireados y contaban con mucha agua corriente. El sultán ordenó a Muhammad bin Zacarías al- Razi buscar los lugares más saludables de Bagdad para la construcción de un nuevo hospital. Visitó cada parte de la ciudad y sus alrededores en los que colgaba un trozo de carne al que dejaba mientras buscaba enfermedades infecciosas en el vecindario y estudiaba las condiciones climáticas, particularmente el estado del agua. Sopesó todas estas pruebas y finalmente las reunió indicando el sitio en donde el trozo de carne se pudrió y desarrolló bacterias infecciosas en último lugar que fue el escogido para la construcción. Estos hospitales tenían grandes guardias comunes y también guardias privadas. Los alumnos eran formados en diagnóstico y realizaban observaciones y experimentos para perfeccionar sus estudios. También existían hospitales mentales especiales y farmacias que expendían los medicamentos de manera gratuita.”

Marc Kapp escribe: “El Cairo tenía un gran hospital con fuentes y jardines y 40 grandes patios. Cada desafortunado paciente era amablemente recibido y luego de su cura era enviado a casa con cinco monedas de oro. En Córdoba, además de las 600 mezquitas y los 900 hammams públicos, había 50 hospitales.”

Química

Jaber ibn Haiyan, discípulo del sexto Imam Ja’afar -i-Sadiq, se hizo mundialmente conocido como el “Padre de la Química” y de la alquimia árabe. Su influencia en la química y alquimia occidental fue profunda y duradera. Cientos de sus obras perduran. Acerca de él, el desaparecido Sayyid Hebbat- ud- Din Shahristani de Kadhemian, Ministro de Educación de Irak, escribe: “He visto alrededor de 50 antiguos manuscritos de la obra de Jaber, todos dedicados a su maestro, el Imam Ja’afar. Más de 500 de sus obras han sido impresas y la mayoría se hallan entre los tesoros de la Biblioteca Nacional de París y Berlín, los sabios de Europa lo apodan cariñosamente “el Profesor de la Sabiduría” y le atribuyen el descubrimiento de 19 elementos y sus pesos específicos, etc. Jaber

dice que todos pueden ser rastreados hasta una simple y básica partícula compuesta por una carga de rayo (electricidad) y fuego, el átomo, o la más pequeña e indivisible unidad de materia, muy cercana a la ciencia atómica moderna.”

La mezcla de materias colorantes, tinturas, extracción de minerales y metales, la fundición de acero y curtido, se hallaban entre las técnicas industriales que los musulmanes dominaban desde antiguo. Producían ácido nítrico, ácido sulfúrico, nitroglicerina, ácido clorhídrico, potasio, agua, nitrato, cloruro sulfúrico, amida de potasio, sales de amoníaco, nitrato de plata, alcohole, álcali (ambos aún conocidos por sus nombres árabes), oropimente (trisulfuro de arsénico amarillo: arsénico deriva del persa zar= oro; el adjetivo zarni= dorado; arabizado con el artículo ‘al’ a ‘al-zarni’, pronunciado ‘azzerni’ y de allí al griego donde se volvió la reconocible palabra ‘arsenikon’, que significa “masculino”, porque el color dorado remitía al sol, ¡una deidad masculina!): y finalmente, aunque esto no cierra la lista, podemos citar al bórax, también una palabra árabe ‘buraq’. Además, las artes de destilar, evaporar, sublimar y el uso del sodio, carbono, carbonato de potasio, cloruros y amoníaco eran muy comunes en el Califato Abasida.

Industria

El Califa abasida Haroun- al- Rashid envió a Carlomagno en Aix, desde Bagdad, un presente constituido por un reloj hecho por sus relojeros, que tañían una campana a cada hora, para gran maravilla y delicia de toda la corte del recientemente coronado Emperador.

La masacre y expulsión de los musulmanes de Andalucía por parte de los cristianos acarreó el cierre de grandes fábricas que habían existido bajo el gobierno islámico y la paralización del progreso que se había producido en las ciencias, oficios, artes, agricultura y otros productos de la civilización. Las ciudades comenzaron a caer en la ruina por la falta de albañiles capacitados. Madrid cayó de 400.000 habitantes a 200.000; Sevilla, que había tenido 1.600 fábricas con los musulmanes, perdió alrededor de 300 y los 130.000 obreros anteriormente empleados perdieron sus ocupaciones, el censo de Felipe IV mostró una caída del 75% de los números de la población.

También fueron los musulmanes los que provocaron la sustitución del papel de tejido de algodón para los viejos pergaminos, y fue este invento la base de la posterior invención de la imprenta europea, utilizando una antigua técnica china, del mismo modo ocurrió con la gran corriente de aprendizaje que llegó con el Renacimiento. Además, como los monjes estaban deseosos de pergaminos sobre los cuales escribir sus obras religiosas, tendían cada vez más a raspar los invaluables textos científicos antiguos de viejos pergaminos para reutilizarlos como palimpsestos. La introducción del papel le puso fin a esta desastrosa práctica, a tiempo para salvar un buen número de textos que, de otro modo, se hubieran perdido para siempre, como sucedió con muchos.

Un manuscrito de papel del año 1099 D. C., fue hallado en la biblioteca de El Escorial y se afirma que es el libro en papel escrito a mano más antiguo que existe. Papel de tejido de seda fue, por supuesto, una invención china, ya que la seda es oriunda de China  aunque rara en Europa; y el genio musulmán radica en ver la posibilidad de sustituir la seda por el algodón y de ese modo darle a Europa un gran abastecimiento de material viable para la reproducción de libros de los monjes escribas.

Philip Hitti escribe en su “History of the Arabs” que el arte de construir caminos estaba tan bien desarrollado en las tierras islámicas que Córdoba tenía miles de caminos pavimentados, iluminados desde las casas que la gente podía caminar segura en la noche, mientras que en Londres o en París cualquiera que se aventurara a salir en una noche lluviosa hundía sus tobillos en lodo- y así ocurrió por ¡siete siglos después que Córdoba estuviera pavimentada! Los hombres de Oxford en ese entonces sostenían que el baño era una costumbre idólatra ¡mientras que los estudiantes cordobeses disfrutaban de lujosos hammams públicos!

Matemáticas

El Barón Carra de Vaux, autor del capítulo sobre “Astronomía y Matemáticas” en “The Legacy of Islam” (OUP 1931, pp. 376- 398), señala que la palabra “álgebra” es la latinización del término árabe “al- jebr” (=”la reducción”, i. e. de los números complicados hacia un lenguaje de símbolos más simple), revelando de esta forma la deuda que tiene el mundo para con los árabes por su invención. Además de los números que son usados en la “numeración arábiga”, no sólo de nombre si no también en los hechos. Sobre todo, la comprensión de los árabes acerca del valor del símbolo hindú “cero” que yace en la base de nuestra moderna tecnología de la computación. La palabra “cero”, como su prima “cifra”, son ambas intentos de transliterar el árabe “sefr” para transmitir en Europa la realidad y el significado de esa palabra en árabe.

De Vaux escribe: “Al usar las cifras, los árabes se convirtieron en los fundadores de la aritmética de la vida diaria; hicieron del álgebra una ciencia exacta y la desarrollaron de manera considerable. Sentaron las bases de la geometría analítica, fueron los fundadores indiscutidos de la trigonometría plana y esférica. El astrolabio (safiha) fue inventado por el árabe Al- Zarqali, que vivió en España entre 1029 y 187 D. C. La palabra “algoritmo” es la latinización del nombre de su inventor, el nativo de Khiva, llamado por su provincia natal Al- Khwarizmi. Los árabes mantuvieron viva la vida intelectual elevada y el estudio de las ciencias en un período en que los cristianos occidentales se hallaban luchando desesperadamente contra los bárbaros.”

Este no es el lugar para adentrarnos en los logros musulmanes en matemáticas y astronomía. Baste referirnos nuevamente al calendario Jalali de Omar Khayyam, con su fórmula para el cálculo exacto del ritmo de la órbita terrestre alrededor del ol, al que hemos hecho referencia antes.

Geografía

Los cuentos de Simbad, el marino y sus viajes a China, Japón y las Islas de las Especies de Indonesia, de Noches Árabes, brindaron suficiente evidencia de la brillante navegación comercial árabe y el conocimiento de meteorología y geografía que se hallaba a su disposición. Poco maravilla que la Fe se haya difundido a través de ellos desde Marruecos a Mindanao.

Pero, además de los mares del sudeste de Asia, los marineros árabes penetraron hondo en la costa este de África y también remontaron ríos que son canales del Mar Negro hasta el lejano interior de Rusia. El Safarname (Diario de Viaje) de Suleiman, un capitán marino de Siraf, el puerto del Golfo Pérsico recientemente excavado por el Dr. David Stronach, del Instituto Británico de Estudios Persas, fue publicado al final del S. IX, D. C., con registros de sus viajes a la India y a China, fue traducido al latín, dando de primera mano a Europa uno de los primeros conocimientos acerca de China.

El geógrafo Ibn Hauqal (floruit circa 975 D. C.) escribió en su prefacio: “He excrito la latitud y la longitud de lugares  de esta tierra, de todos sus países con sus límites y los dominios del Islam, con un cuidadoso mapa de cada sección sobre las que he marcado numerosos lugares, p. e., las ciudades, las kasbahs, los ríos, los lagos, las cosechas, los tipos de agricultura, los caminos, las distancias entre cada lugar, los bienes de comercio y todo lo demás en la ciencia de la geografía que puede ser útil a los soberanos y sus ministros y de interés para el pueblo en general.”

Abu- Reihan al- Biruni ibn Batuta y Abu’l Haussan se hallan entre otros nombre en la historia de la ciencia de la geografía cuyos viajes mundiales fueron acompañados de meticulosas observaciones y concienzudas notas, que se hallan entre los más orgullosos logros de la ciencia en nuestro mundo hasta la actualidad.

Arte

La mezquita de Córdoba es uno de los monumentos más delicados del arte musulmán en Europa. Su arquitecto y albañiles eran talentos locales que introdujeron muchas novedades. Los musulmanes sobresalían en mosaicos, incrustaciones, grecas y trabajos de aplicaciones de todo tipo. Maravillosas puertas, púlpitos y cielorrasos están decorados en muchas de las antiguas mezquitas en todo el mundo musulmán con diseños que semejan el encaje en mosaicos, marfil maderas y yeso repujados y piezas encajadas en madera tallada encastradas unas con otra con consumada maestría.  Se hallan en todos lados madera y marfil enmarcados y grabados. De hecho, el altar de la Iglesia de San Isidoro Hispalense (arzobispo de Sevilla en los primeros años del S. VII D. C.), el joyero realizado en marfil para la Reina Isabel en el S. XI y la caja tallada en marfil que ahora se halla en la iglesia de Bayeux, del S XII (botín de algún cruzado de Oriente, obviamente) con incrustaciones de plata en un marco de oro, son ejemplos de ese arte que fue la gloria de las tierras orientales. Todos estos diminutos y delicados trabajos artísticos fueron ejecutados con los más primitivas y duras herramientas, un tributo más a la habilidad y al arte de sus hacedores.

Cajas y baúles y ataúdes tachonados con joyas son vistos en muchos lugares, aunque los mejores se hallan exhibidos en El Cairo y Damasco. Bien dijo Sa’adi: “Un artista oriental puede tomar 40 años en hacer un jarrón de porcelana, en Occidente pueden hacer 100 por día, todos iguales; ¡el valor comparativo de los dos productos puede ser fácilmente valuado!”

Los musulmanes fueron también antiguos maestros del arte del tallado y el trabajo en yeso coloreado, en un estilo que aún subsiste aunque las tecnologías modernas vuelven estas habilidades cada vez más raras. En Andalucía se hallan ejemplos de diez siglos, algunas obras esmaltadas también. La Alhambra tiene 13 siglos de ser una obra maestra de su tipo. Brilla como la desaparecida mayólica italiana. El famoso florero de la Alhambra de un metro y medio es único en su tipo.

Conclusión

En esta parte de nuestro libro hemos dado el más breve de los bosquejos de algunos de los tesoros de la mente y el espíritu que la humanidad debe al surgimiento del Islam.

No son expuestos en jactancia sino como una valoración de los hechos de la historia humana. Por mucho tiempo han sido descuidados y olvidados, no solo por los que se beneficiaron directamente de ellos, si no también por los propios descendientes de los mismos autores.

Aún así, si la humanidad ha de lograr el poder de vivir como una familia unida, tal como es nuestra vocación y destino, sucederá basado en la apreciación de cada uno.

Esta valoración adulta está creciendo. Los estudiosos modernos están demostrando gratitud por que el general árabe Tariq bin- Ziyyad, en 711 D. C., haya estacionado sus tropas en la montaña llamada desde entonces, en su memoria, Jebel- al-Tariq (Gibraltar). Sus moros fueron invasores poco gratos en esa época. Fue un momento en el que Europa había perdido la mayoría de los beneficios de la unificación y avance cultural romanos y se había hundido en la Época Oscura bajo las hordas bárbaras que la oprimían desde el Norte. Con los moros vino el fresco estímulo de mentes vivaces, trayendo en árabe lo mejor del pensamiento de los antiguos griegos y romanos, los ímpetus del estudio y el aprendizaje, el deseo de la especulación científica y filosófica, la delicia estética de la creación artística, nuevamente.

La universidades islámicas, tan alejadas como la de Bagdad y Andalucía, dieron la bienvenida a los estudiantes cristianos y judíos, muchos de los cuales aprovecharon la instrucción obtenida que no había en otros lugares en aquellos días. Fueron recibidos con generosas subvenciones y asistencia `por parte de sus anfitriones musulmanes, que los trataron como honorables huéspedes. Entre las lecciones aprendían Dinámica, Estadística, Química, Física.

En su “Making of Humanity” Brilioth escribe: “La educación europea moderna en todas las ramas deriva de la curiosidad y la persistencia investigadora musulmana sobre los secretos de la naturaleza.”

Si nuestro breve resumen abre el camino a los occidentales para explorar los descubrimientos orientales, nos damos por satisfechos; y pueden acceder a la Parte 3 y a un examen del tratamiento del Islam sobre algunos de los problemas sociales que afligen a toda comunidad humana.

 

Traducido por Fabiana Ríos, para UMMA, de:

http://home.swipnet.se/islam/articles/Islam’sgifts.htm

 

 

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