El Prematuro Martirio de Fátima Zahra (La Paz sea con ella)

Enviamos nuestras condolencias en el aniversario de un día muy doloroso. Hoy es 3 de Yamadi as-Thani, el día en que la Dama más grande de todos los tiempos, Hazrat Fátima Zahra (La Paz sea con ella) sucumbió a sus heridas y alcanzó el martirio a tan solo 95 días después del fallecimiento de su padre, el Profeta Muhammad (La bendiciones de Dios sean sobre él y su descendencia).

 

Durante sus últimos momentos en la tierra, el Profeta acercó a su inmaculada hija hacia él y le susurró algo en su oído, ella lloró. Al momento siguiente su amoroso padre le susurró algo más, y el dolor de su hija de repente dio paso a una sonrisa. Los espectadores se sintieron sorprendidos. Ellos no tenían idea de lo que había ocurrido entre padre e hija, una hija que había ganado el epíteto de Umm Abiha o la Madre de su Padre por su cuidado y preocupación por el último Mensajero del Todopoderoso para la humanidad y su misión divina. Esta actitud maternal no se limitó a la Meca antes de la Hégira o migración a Medina, tras el fallecimiento de su querida madre, Hazrat Khadija (La Paz sea con ella), después de 26 años de felicidad matrimonial con el Profeta Muhammad (La bendiciones de Dios sean sobre él y su descendencia). De hecho, tan fuerte era el cuidado y la preocupación de Fátima az-Zahra por su maduro padre viudo quien por necesidad social había tomado varias cónyuges en los últimos diez años de su vida, que la encontramos corriendo hacia el campo de batalla de Uhud para curar sus heridas cuando casi todos los compañeros del Profeta le habían abandonado excepto su firme marido el Imam Ali (La Paz sea con él).

Esta no fue una instancia solitaria. La historia del Islam está llena de incidentes similares que se destacan como balizas de orientación para los creyentes. El Profeta tampoco escatimó ningún esfuerzo para destacar a los musulmanes la posición incomparable de su hija Inmaculada, el Kauzar, como Dios ha escogido para dirigirse a Fátima (La Paz sea con ella) en el Sagrado Corán. El Todopoderoso también ha seleccionado a Sayyidat-an-Nisa al-Alameen o la Dama más Noble de todos los tiempos como el epicentro de la virtud impecable como es evidente en el versículo 33 de la Sura  Ahzaab que atestigua la pureza prístina de la Ahl al-Bait, cuyo única mujer miembro es Fátima Zahra (La Paz sea con ella). No es de extrañar, que la costumbre de su amoroso padre era la de ponerse de pie cuando su hija dedicada entraba en su presencia. También ella era la última en visitar al salir de Medina y la primera con quien se encontraría al regresar a la ciudad. Por ello, Fátima (La Paz sea con ella) expresó en su demostración de dos emociones contrastantes en los últimos momentos de la vida de su padre: había llorado cuando él dijo que estaba a punto de salir del mundo mortal y sonrió cuando dijo que sería la primera de la familia en unirse a él en el Paraíso.

Hoy, el tercer día de Jamadi al-Akher es aquel día fatídico en la historia cuando la joven Fátima (La Paz sea con ella) se reunió con su padre en la otra vida, a escasos 95 días después de su fallecimiento. La forma en que dejó este mundo fue, sin embargo, trágica, porque no murió una muerte normal. Fue martirizada como resultado de la deslealtad de un grupo de los compañeros de su padre, que no sólo privaron a Siddiqat-al-Kubra o la Dama más Veraz de su propiedad paternal de Fadak y usurparon los derechos políticos de su esposo el Imam Ali – el divinamente decretado vicerregente del Profeta – sino que también tiraron la puerta de su casa sobre ella, aplastándola contra la pared.

Como resultado de esta crueldad sus costillas fueron rotas y sufrió un aborto espontáneo resultando martirizado el hijo en su vientre, Hazrat Mohsen (La Paz sea con él). Esta gran calamidad, es consecuencia del esfuerzo de la hija del Profeta en defender el Islam, el principio fundamental de la wilaya o liderazgo decretado divinamente, los derechos de las mujeres, su propia herencia y todas las leyes humanitarias. Cuando la Dama cuyo resplandor, al igual que el selecto grupo de cinco que convencieron a los Cristianos de Najran de la veracidad del Islam durante el memorable debate de la Mubahila, como atestigua el versículo 61 del Sagrado Corán, fue enfrentada con un supuesto hadiz por los gobernantes, que decía que los Profetas no dejan ninguna herencia y lo que dejan pertenece a la nación, ella rápidamente expuso la mentira. Ella citó versículos del Sagrado Corán donde Dios presenta a Salomón como el sucesor del Reino de David y la oración de Zacarías a Dios para que le conceda un hijo que será su heredero y lo herede.

Los conspiradores quedaron mudos. No tuvieron respuesta alguna a los elocuentes sermones de la hija del Profeta cuyas palabras ilustres continúan proporcionando orientación hasta el día de hoy para los buscadores del monoteísmo, la justicia, la verdad y la sabiduría. Ella aclaró que no les pertenecía la toma del poder político lo cual era de hecho una gran injusticia y una violación de la letra y el espíritu del Sagrado Corán. Luego dejó a los intransigentes con su destino. Durante los últimos días de su vida, se hizo familiar ver a esta joven doblada en angustia y caminando con la ayuda de un palo. Le dedicó toda su vida a sus cuatro pequeños hijos – el Imam Hasan y el Imam Husain y sus hijas Hazrat Zainab y Omm Kolsoum (La Paz sea sobre ellos). Ella los preparó para convertirlos en dechados de virtudes en la vida. Según se aproximaban sus últimos momentos llamó a su amado esposo, el Imam Ali (La Paz sea con él) y le pidió ser enterrada en plena noche en un lugar secreto para que ninguno de los verdugos finjan arrepentimiento y asistan a su entierro. Fátima (La Paz sea sobre ella), cuya costumbre era rezar por todos y sólo por último para ella y su familia, y que solía dar la comida que tenía a los necesitados en el camino de Dios, sucumbió a sus heridas y dejó al mundo un mártir, dejando cuatro huerfanitos y un marido joven sorprendido. Conforme su voluntad, el Imam Ali (La Paz sea con él) la enterró en plena noche en un lugar secreto en Medina, el cual se cree que es su propia casa o en el cementerio de Jannat al-Baqi. Una tercera consideración dice que su sitio de reposo eterno está entre la tumba del Profeta y su púlpito en cuál ahora está el Masjid an-Nabi o la Mezquita del Profeta. Desgraciadamente sus verdugos, en su ambición por el poder político, no sólo ignoraron su famosa admonición que entregó en la Mezquita del Profeta sino que siquiera respetaron el famoso dicho del Profeta: “Fátima es parte de mi existencia, aquél que la alegre, me alegró a mí. Aquél que me alegre a mí, alegró a Allah. Aquel que la moleste, me molestó a mí, y aquel que me moleste, molestó a Allah. Y Fàtima es la persona más querida por mí”

«Oh Mensajero de Dios! Acepta mis saludos y los de tu hija, que ha llegado hacia ti y se apresuró hacia tu encuentro. Oh Profeta de Dios (S.A.W.)! Mi paciencia tras la muerte de tu querida hija se ha agotado, y todo mi poder de resistencia se ha debilitado… Soy la misma persona que, poco tiempo atrás, depositó tu sagrado cuerpo en tu tumba mientras tu último aliento circulaba por el aire y tu cabeza reposaba en mi pecho.

Y dijo, al igual que el versículo 156 de la Sura al Bakara: “Ciertamente que somos de Dios y hacia él retornamos”.

Con estas palabras el marido desconsolado, el Imam Ali (La Paz sea con él), enterró en el descanso eterno a su amada esposa en una tumba anónima en plena noche, según su última voluntad, puesto que Hazrat Fátima Zahra (La Paz sea con ella) no quería que las personas que la privaron de su herencia y usurparon los derechos de su esposo asistan a su funeral. El Imam Ali (La Paz sea con él) además dijo, mientras se dirigía al alma de su primo y suegro, el Profeta: «Ahora te estoy devolviendo el “regalo” que me habías dado. Lo que ha sido dado no se puede quitar. Mi dolor no tiene límite, y todas mis noches permaneceré desvelado hasta que Allah me ubique en la casa donde tú ahora resides”.

«Ciertamente tu hija te explicará cómo tu Ummah (gente) se unió para oprimirla. Pregúntale en detalle, y tendrás noticias de lo ocurrido. Esto sucedió un tiempo luego de tu muerte cuando tu recuerdo todavía no desaparecía. Mis saludos sean para con ambos: un saludo de pesar, no de disgusto ni de un hombre con odio…»

El espectáculo que recibió al seguidor del Profeta en Medina ese día fue el de una casa, cuya puerta estaba destrozada y cuyos ocupantes incluían no sólo el primo desconsolado y yerno-del Profeta Muhammad (La Paz sea con él y su familia purificada) – el vencedor de muchas batallas decisivas que garantizaron la eternidad para el Islam -, sino también cuatro niños sorprendidos que van desde las edades de 8 a 4 años. Dos niños y dos niñas, lloraban por su madre y se consolaban mutuamente por la irreparable pérdida que les fue infligida por los compañeros de su abuelo. El Imam Ali (La Paz sea con él) secó las lágrimas de los ojos de sus hijos huérfanos, el Imam Hasan y el Imam Husain y de sus hijas, Hazrat Zainab y Hazrat Umm Kulsoum (La Paz sea sobre ellos), diciéndoles que tan solo era el comienzo de la tragedia y que habría más sufrimientos conforme pasarían años. Hazrat Fátima (La Paz sea sobre ella) junto con su hijo muerto, Hazrat Mohsen (La Paz sea con él), sin duda fue la vanguardia de la caravana de los mártires de la Ahl al-Bait o Casa del Profeta, y el martirio eventualmente será el destino de todos los demás miembros de su afligida familia con la tragedia que culminó en Karbala 50 años más tarde.

Pero, ¿por qué los matones sometieron a Hazrat Fátima (La Paz sea con ella) a una opresión tan grande?

La respuesta es obvia. Lo hicieron en búsqueda del efímero poder político. Tomaron por la fuerza el huerto de Fadak que su padre le había dado durante su vida y cuyos ingresos eran usados por la familia para el mantenimiento de los pobres. Ellos usurparon los derechos temporales de su marido aunque sus derechos espirituales fueron más allá de su poder. Ellos no estaban contentos con esta tiranía y aunque obligaron al Imam Ali (La Paz sea con él) a darles el juramento de fidelidad, su regla se consolidaría. Hicieron oídos sordos a sus sermones que todavía son considerados como uno de los mejores manifiestos de la definición del Islam y el derecho humanitario. Ella les advirtió: «Ahora aten firmemente a este camello barato que es su califato y no lo suelten. Pero tengan cuidado con su joroba pues se daña si hay ampollas y agujeros en sus patas. Lleva la marca de la ignominia y el signo de la ira de Allah. La eterna vergüenza está ligada a él.»

Los matones se habían reunido con fuego y madera en la puerta de la casa, a la cual el Profeta solía saludar cada mañana. Tenían escasa consideración por su santidad. Amenazaron con derribar la puerta y prendieron fuego a la casa. Fátima (La Paz sea sobre ella) llegó a la puerta diciendo que sus pequeños hijos estaban dentro. Ellos respondieron que no les importaba incluso si toda la familia fuera quemada y ninguno permanezca como herederos físicos del Profeta.

Por desgracia, como consecuencia del golpe de la puerta sobre esta Dama Bendita, dejaron en el mundo una mártir. Sobraban las razones para que la jovencita, doblada en dolor y apoyada en un bastón, suela recitar la siguiente elegía en la tumba del Profeta: » Oh padre, tan grande fue la calamidad que me sobrevino después de ti, que si hubiera acontecido días soleados se habrían convertido en noches oscuras.»

 

Fuente: http://www.al-shia.org/html/eng/page.php?id=319

Traducción: Laila Hakim para UMMA

 

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