¿Qué sabe usted del Profeta Muhammad? ¡La Bendición de Dios sea sobre el y su familia purificada!

Muhammad (Mahoma) Ibn Abdallah nació en la ciudad de La Meca en el 570 d.C., en el clan más noble de la tribu que gobernaba dicha metrópoli. Pese a pertenecer a la nobleza de los árabes, su clan era pobre. Quedó huérfano de padre antes de nacer, y perdió a su madre cuando sólo contaba cuatro años, siendo a partir de entonces criado primero por su abuelo y luego por un tío paterno.

La ciudad de La Meca gozaba desde antiguo de un privilegio especial en la atrasada Península Árabe. Era la sede de la Kabah, el primer templo al Dios Único que las tradiciones remontan a Adán, y que fuera reedificado por Abraham e Ismael su hijo. No obstante la pura tradición monoteísta de Abraham había sido oscurecida con el paso de los siglos y el templo de la Kabah se hallaba repleto de variados ídolos a quienes rendían culto las distintas tribus árabes.

En este ambiente de atraso surgió el Sello de los Profetas, y esto constituye uno de sus galardones mas notables por la transformación radical, realmente milagrosa, que operó su prédica en esa sociedad, una de las más atrasadas e incultas de la Época, convirtiéndola en el germen de la civilización más sorprendente de la historia. Hasta los cuarenta años el futuro profeta vivió en el seno de su comunidad sin someterse a sus bajezas, y era tal su honestidad y espíritu de justicia que se lo apodó Al-Amín, que significa el verídico y leal, el digno de fe y confianza Se casó con una mujer viuda de su propia tribu, de nombre Jadiya y tuvo varios hijos e hijas, de las cuales sólo sobrevivieron estas últimas. Sus hijas no

Tuvieron descendencia, con excepción de la menor, Fátima, la más amada por el Profeta. Fátima se casó con Ali ibn Abi Talib primo del Mensajero de Dios), y tuvieron dos hijos: Al-Hasan y Al-Husain, la Paz sea con todos ellos. Cabe destacar que Ali había sido criado como un hijo por el Profeta, y que fue el primer hombre en creer en su misión y aceptar el Islam,

Fátima, Alí, Al-Hasan y Al-Husain, constituyen la Gente de la Casa del Profeta (Ahlul-Bait), a quienes Dios purificó especialmente y en los que depositó la Sabiduría y la Custodia del Legado del Mensajero de Dios. El Profeta Llamaba a sus nietos Al-Hasan y Al-Husain como mis hijos.

Cuando tenia cuarenta años, durante uno de los retiros que solía realizar en las afueras de la ciudad de La Meca, recluido en una caverna, anhelante de la Verdad, recibió por primera vez la Revelación divina y la función profética A partir de ese momento su vida sufre un cambio total. Se dedica de Lleno a la misión que le es encomendada, proclama en La Meca la Unicidad de Dios y exhorta a abandonar la idolatría. El, que no conocía la lengua escrita ni mucho menos poseía antecedentes literarios o poéticos, de la noche a la mañana les recitaba a sus conciudadanos versículos bellísimos en la más pura lengua árabe.

La oligarquía Quraishita temiendo que La Meca se convierta en la ciudad de un solo y único Dios desplazando la idolatría imperante persiguió encarnizadamente al Profeta y sus seguidores. Los trece años de prédica en La Meca fueron de persecución e injusticia hasta que el Mensajero de Dios recibe la orden de Dios de emigrar a Iazrib luego llamada Medina distante 400km al norte de La Meca. Este acontecimiento crucial es conocido como Hégira o emigración y es el punto de partida del calendario lunar islámico que lleva ya 1418 años.

En pocos años y luego de sortear con éxito diversos ataques y guerras contra los idólatras de La Meca Purificó ese territorio sagrado como era en época de sus ancestros Abraham e Ismael y destruyó todos los ídolos del templo de la Kabah.

En último año de su misión, durante la peregrinación llamada «de la Despedida y al retomar de la misma, el Mensajero de Dios transmitió a su comunidad dos enseñanzas finales para la preservación del Islam. Dijo el Profeta: «¡Humanidad! Dios dejó entre vosotros las dos cosas más preciosas: el Libro de Dios y la Descendencia de la Gente de mi Casa (Ahlul-Bait). No las separéis hasta que os encontréis conmigo en la Fuente del Kauzar (en el Paraíso Y dijo más adelante, ante un numeroso contingente de peregrinos musulmanes «De quien yo soy su maulá (protector y maestro), este, ‘Alí, es su maulá ¡Dios mío! ¡Sé amigo de sus amigos y enemigos de sus enemigos!,  designando de esta forma a su sucesor al frente de La Comunidad universal (Ummah) de los musulmanes Alí fue el sucesor del Profeta y después de el Al-Hasan y Al-Husein  sus hijos y nietos del Mensajero de Dios, y posteriormente nueve descendientes de Al-Husain hasta completar Doce Imames (líderes) el último de los cuales volverá para restablecer la Verdad y la Justicia sobre la tierra.

El Profeta falleció en el 632 d.C., a los 63 años, tras 23 años de misión profética (13 años en  La Meca, y 10 en Medina), y dejó tras de sí, de lo que era una miríada de grupos dispersos y antagónicos, una Arabia unida bajo la bandera de la fe y la justicia. Una revolución que no conoce de discriminaciones ni de razas, y que se expandió rápidamente llevando justicia a los pueblos sometidos por Bizancio y Persia siendo todas esas regiones iluminadas por la misma doctrina y la misma fe

En menos de un siglo el Islam se extendía desde España hasta la India cubriendo todo el Norte de África el Cercano Oriente y adentrándose en la China. Pero su expansión no fue la que se conquista con la fuerza, sino la que persuade con el ejemplo, las ideas y la doctrina, la que crea civilización y cultura. Prueba de ello es que los pueblos adoptaron el Islam porque vieron en él una liberación y son hasta hoy día musulmanes.

Muhammad, el Profeta del Islam, con él sean la bendición y la paz es, a juicio de investigadores independientes, es el hombre que mayor influencia tuvo en la historia. Y esto no es exagerado: hay en el mundo hoy 1200 millones de musulmanes distribuidos en los cinco continentes; el Islam es una fe viva y fuerte, en expansión en África, Europa y América es una alternativa ideológica clara y profunda que se opone al materialismo y la opresión y que, como tal, ha cautivado y convencido en las dos últimas décadas a notables personalidades occidentales, intelectuales, científicos y filósofos. La fuerza del Islam no decrece, sino que por el contrario se la ve renacer con renovado vigor como en sus primeros siglos. Por ejemplo, hacia fines de este siglo XX, el Islam se ha convertido en la segunda religión de Francia, con más de cuatro millones de creyentes. ¿No alcanza esto para considerar al Profeta la más grandiosa personalidad de la historia?

 

Los anuncios del Profeta

 

La venida del Profeta del Islam, como Sello de la Profecía y portador del Sagrado Corán, como Mensaje definitivo a la humanidad, era conocida y fue anunciada por los grandes Profetas y Mensajeros que le precedieron.

Leemos en el Deuteronomio que Dios le dice a Moisés: «Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta Les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que el hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta (Deut, 18:17-18). Este importante párrafo habla de un Profeta suscitado entre los hermanos de los hijos de Israel, ¿Y quienes son esos hermanos sino los hijos de Ismael, los árabes? Además Dios le dice a Moisés que tal profeta será como tú. Como Moisés sólo puede interpretarse en el sentido de una similar jerarquía, en cuanto Profeta, conductor del pueblo y promulgador de una ley. Ninguno de los profetas de Israel posteriores a Moisés cumplió estos requisitos (además del hecho de que pertenecían a Israel y no a sus hermanos pues ninguno, por ejemplo, promulgó una nueva ley. En cuanto a Jesús, con él sea la Paz de Dios, pertenecía a la casa de Israel por parte de su madre, y no tuvo por intención cambiar la ley de Moisés, pues dijo: «No penséis que he venido Para abrogar la ley 0 los profetas; no he venido para abrogar, sino Para cumplir (Mateo, 5:17). En cuanto al Profeta del Islam, cumplió no sólo con los requisitos de esta profecía sino que además las similitudes con Moisés son asombrosas: Ambos fundaron una religión, dejaron una Escritura completa, condujeron a su pueblo como gobernantes se casaron y formaron familia, emigraron con sus seguidores en busca de una tierra segura y conocieron en vida el triunfo de su causa. El versículo del Deuteronomio dice además que tal Profeta hablará en Mi nombre. Y vemos que todo capítulo del Sagrado Corán empieza con la fórmula fundamental: En el Nombre de Dios, el Graciabilísirno, el Misericordiosísimo, ¿Quién cumplió sino esta profecía?

En el evangelio de Juan, capítulo 14, Jesús anuncia: «Y yo rogaré al Padre y os dará un Paráclito para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no le ve, ni le conoce Mas el Paráclito él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que y os he dicho Pero cuando venga el Paráclito, a quien yo os enviaré del Padre, el espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. …Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Paráclito no vendría a vosotros Y cuando É1 venga, dará al mundo evidencia convincente respecto al pecado, a la justicia y al juicio, (Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7)

¿Quién es este Paráclito que Jesús anuncia en los momentos finales de su misión? ¿Quién vino después de suyo a establecer la justicia y a hablar la verdad sobre Jesús sino Muhammad el veraz, el muy alabado (Ahmad: el más alabado, que en griego se escribe Periclitos) en este mundo y en el otro, quién trajo una evidencia clara (el Corán) sobre el pecado, la justicia y el juicio? ¿Puede decirse que Jesús, con él sea la Paz, estaba anunciando simplemente al Espíritu Santo?

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