Ecos de ‘Ashûra

Ecos que retumban en los corazones de los creyentes,

avivando una llama siempre latente de nostalgia y amor por la

Gente de la Casa, y se estremecen por su agonía, acallada por

muchos pero socorrida por pocos.

Llegó Ashûra, y con él la luz de su mensaje, que lejos de

debilitarse destella cada año con más fuerza hasta alcanzar

revivir en nuestras mentes la amargura de la traición, del

abandono, la sed y el clamor de la santa familia del Profeta,

ahogados con la muerte y la humillación del destierro.

Porque las lágrimas derramadas con el fin de ahogar

nuestro desconsuelo, no son meras emociones motivadas por el

recuerdo de un hecho histórico plasmado en hojas de libros

centenarios y carentes de mayor trascendencia, sino que brotan

del sentir propio cada golpe de espada que el Imam y su familia

una vez recibieran, como si hiriesen una parte de nuestro ser.

Quien convencido afirme que el Imam Husain (P) se

expuso al martirio propio y de quienes permanecieron a su

auxilio, por meros objetivos políticos o rebeldía inusitada,

ciertamente ignora y rebaja el significado del mensaje que sello

con sangre y lágrimas para toda la humanidad. De un campo

árido e inhóspito, bajo el sol del desierto donde los benditos

cuerpos de los mártires hallaron reposo, desde el seno de una

masacre grabada en la memoria colectiva pese al tiempo y la

distancia ; nace un mensaje de vida y esperanza liderado por un

Imam que no sucumbió en la derrota ni fracaso en su lucha.

Nos enseñó el calibre del valor de los principios divinos

recogidos en el Islam para el beneficio de la humanidad hasta

justificar el coste de cada gota de su sangre y ápice de

sufrimiento; nos inculcó la valentía y dignidad con la que hay

que encarar la realidad, cuando la tiranía y la humillación

encadenan la condición humana despojándonos de todo yugo

terrenal; de quien comprende que la justicia, el bien común y la voluntad de Dios en beneficio de la humanidad, supera en

circunstancias apremiantes, la integridad de los virtuosos de

Ahlul Bait (P) pese a su preferente estatus espiritual….y de

quien comprende que el peor destino con el que su enemigo

puede acecharle, es el martirio… “¿y qué es la muerte bajo

tiranía sino felicidad?”

He aquí cuando la máxima aspiración de los enemigos del

Islam fue amenazarle con sesgarle su vida y la de sus seres

queridos, alcanzamos a comprender el sublime, pero amargo,

sentido de su victoria, pues el valor del Imam como

contendiente no solo residió en las raíces genealógicas de la

Profecía y el Imamato, sino en su Islam puro e íntegro que

portaba, defendió y practicó de los principios de la religión que

plasmaron día a día en un halo de humildad y sumisión a Dios.

Desapareció su cuerpo, pero no la esencia de ese espíritu

husainí bendito, cuyo recuerdo y vivificación abrieron las

puertas hacia la libertad y la esperanza en situaciones de

tragedia humana que se repitieron y continúan en la actualidad

en escenarios familiares para muchos de nosotros, de ahí la

responsabilidad sobre todos los musulmanes de recordar y

reflexionar, detener nuestra vista y nuestros pensamientos ante

‘Ashûra.

Nos familiarizamos a contemplar en la personalidad del

Imam Husain (P) la dimensión del yihad y el martirio que

continuo tronante a lo largo de las épocas, pero sin embargo no

sabemos valorar la dimensión espiritual y mística que se

manifestó más allá de súplicas sorprendentes como la de

“Arafat”. Por ello vemos al Imam (P) en cada uno de los

acontecimientos de Karbalá desenvolverse en un idioma de

amor y complacencia con Dios pese a encontrarse en un campo

de batalla, espada y muerte. Cuando puso su mejilla sobre el

polvo de la ardiente Karbalá, clamo: “¡Dios mío! Mi

complacencia está en lo que es Tu designio, y me someto a Tu

disposición”.

Semejante masacre? es una pregunta vital para reconocer

más el valor de este suceso, porque es el que le confiere la

majestuosidad, la grandeza y eternidad a la tragedia de

‘Ashûra… es el impulso místico que le diferencia de una batalla

ordinaria pese a la crueldad que la marco para el recuerdo

permanente, porque el aspecto del yihad o el martirio es el

resultado de esta dimensión espiritual sin la cual no habría

valentía, ni nobleza, ni sacrificio ni voluntad de acatar la

voluntad divina sin reprochar nada a Dios, sino tratando de

servir más y mejor a esta causa.

El Imam Husain no lucho por fines personales, ni su único

objetivo final era el derrocamiento político del tirano Yazid ibn

Mu’awia que en nombre del califato ilegítimo que lideraba,

destruía los valores básicos del Islam con su corrupción, con la

crueldad, con el juego y el licor…el disfrute de la riqueza y la

pompa desmesurada, mientras que los virtuosos de Ahlul Bait

vivían en la pobreza y la opresión pese a que el mismo Corán y

la tradición profética o “Sunnah” nos insta a amarlos,

respetarlos y seguirlos ; en resumen, transformando lo Halâl en

Harâm y lo Harâm en Halâl.

Las aspiraciones del Imam Husain eran las aspiraciones del

Profeta, las aspiraciones del Islam… y no las aspiraciones

excluyentes de una parte de los musulmanes, de ahí que la

responsabilidad en ese momento y en la actualidad hacia el

Imam Husain se extiende a todos los musulmanes, con

independencia de las diferencias doctrinales mayores o menores

que puedan existir entre las diferentes escuelas, de aprender y

rememorar este espíritu; ¿cuál es la responsabilidad que

tenemos en la actualidad cuando la tragedia de ‘Ashûra se sitúa

en un momento del pasado y no podemos socorrer con armas al

Imam en esa batalla? nos preguntamos.

No lograremos saberlo sin conocer las 4 causas básicas que

suscitaron el movimiento del Imam Husain (P), para así saber

de qué manera podemos servir a estas causas en nuestros días:

 

En primer lugar, él (P) era la única personalidad digna y

legitima por voluntad de Dios a través del Profeta como

poseedor del Imamato, pero eso a menos que la gente se

percatara de su responsabilidad hacia con él y

estuviesen preparados para ser consecuentes con su

juramento de fidelidad, el Imam no estaba obligado a

rebelarse contra el gobierno reinante sino ayudarle

como hizo el Imam ‘Alí (P) en su época. Por ello en sí

solo no constituye el motor principal del levantamiento

Husainí.

 

El segundo factor, fue el juramento de fidelidad que

Mu’awia quería imponer al Imam Husain (P) hacia su

hijo Yazid, lo que significaría una aprobación para el

califato tirano de Bani Omeya y de la intención de

Mu’awia de transformar el califato en un régimen

hereditario de padre a hijo; lo cual contradice tanto la

visión shi’ita de la designación divina del Imamato, así

como la visión sunnita de que el Imam debe ser elegido

por mayoría.

Hay momentos en la vida en la que la persona debe

saber decir “no” a fin de guardar su fe y piedad,

especialmente si causaría un perjuicio irreparable el

acceder a ello. Por ello cuando los mensajeros de

Mu’awia viajaron a Medina para proponerle el

ultimátum: la muerte o el juramento, el Imam Husain

valientemente dijo:

“Ese bastardo hijo de un bastardo, da a elegir

una de dos cosas: la espada o la humillación.

¡Lejos esta Husain de tolerar la humillación!

Nunca. Nuestro Dios no aprueba eso para

nosotros (Ahlul Bait)!”.

 

La tercera causa fue que tras su negación, los habitantes

de Kufa le prometieron auxilio y ayuda para recuperar

el califato justo de Ahlul Bait, recibiendo así hasta

18.000 cartas a veces firmadas por veinte personas; ante

ello el Imam Husain no tenía excusa para ignorar este

nuevo deber ante decenas de millares de musulmanes

que le suplicaban al Imam que acudiese a ellos, si los

hubiera abandonado, nos preguntaríamos por que el

Imam no les respondió positivamente cuando había

posibilidad de hacer justicia, y muchos habrían dicho

que el Imam no acudió porque estaba asustado de una

revolución, por ello él dijo “ Yo estoy listo, si vosotros

lo estáis”.

Y el último de ellos, su obligación de ordenar el bien y

prohibir el mal, una obligación personal como

musulmán al cual él iba a responder con o sin apoyo de

los musulmanes, para reformar esa sociedad que había

olvidado el espíritu y los valores del Islam en un

periodo tan corto de tiempo tras la muerte del Profeta…

un tiempo en el que era costumbre en la mayoría de las

mezquitas maldecir al Imam ‘Alí (P), y con él a su

Ahlul Bait (P), en el que se gobernaba bajo la espada y

la impunidad, en la que los enemigos del Islam se

retractaron de su fe en el Islam rebajándolo a sus

pasiones. Violaron el principio básico del Islam que es

el de dictar la justicia y prohibir lo ilícito.

Con esta cuestión, descubrimos que el Imam no era un solo

auxiliador antes las invitaciones de los habitantes de Kufa, sino

un revolucionario. Ante este punto el Imam Husain no

necesitaba más causas, porque la corrupción abarcó todo y el

Profeta ordenó que todo aquel que viva una situación tal, debe

de rebelarse. Por ello el movimiento del Imam Husain (P) es

multidimensional por ser revolucionario y defensor a la vez.

No es licito rebelarse ante cualquier corrupción por

pequeño que fuese, ni cualquier circunstancia sin sopesar las

consecuencias abandonando la razón y la sensatez, solo el

Imam Husain (P) y el designio divino de Dios sabrían escoger

el momento las razones y la manera más apropiada que sirviera

para salvar al Islam del cual no quedaría nada si los benditos

cuerpos de Ahlul Bait (P) y sus compañeros no fuesen

destrozados como el mismo Imam (P) sabría qué sucedería

irremediablemente y sin que las hijas del Profeta, a la cabeza de

ellas Zainab (S), fueran hechas prisioneras, encadenadas y

humilladas atravesando el territorio islámico en estas

circunstancias, denunciando con elocuencia el dormir de la

conciencia de los musulmanes ante el asesinato de los hijos e

hijas del Santo Profeta (PB) , poblado tras poblado, plaza tras

plaza donde eran expuestas para mayor humillación si es que la

humillación de la espada y el destierro no hubiera sido ya

suficiente para los enemigos del Islam.

Ella y su sobrino el Imam ‘Alí Ibn al Husain (P), fueron

coparticipes de este sacrificio, porque sin ellos ‘Ashûra no

habría sido sino una batalla local y acallada enterrada en el

olvido, y pese a ser hermana, madre y tía de mártires y así

como el Imam Zain al-‘Abidin (P) fue hijo, hermano y primo

de mártires; no se mostraron débiles de fe, sino que mostraron

complacencia y paciencia ante el destino que Dios decidió para

ellos.

Es indudable que el recuerdo y la lamentación por el

abandono, la traición y la crueldad con la que la familia del

Profeta : tanto el Imam Husain (P), sus hijos, sus sobrinos, sus

hermanos y sus primos fueron tratados, es un deber moral y

religioso en sí mismo por su posición ante Dios, el Profeta y el

Corán ; pero, no podemos reducir ‘Ashûra a las lamentaciones

y las lágrimas sin profundizar en el, con la mente y la razón,

para enriquecernos de las lecciones infinitas que se nos ofrecen,

y no pagarles el tributo de ese sacrificio humano por el que

derramamos lágrimas con la comodidad de no esforzarnos en

intentar aprender y beneficiarnos de los valores que Ahlul Bait

(P) y sus fieles compañeros pagaron con sus vidas

 

Por eso animamos a que entre todos leamos más allá de

nombres de personajes, lugares, fechas o detalles dolorosos de

esa batalla a veces complejos, y sepamos reflexionar con

espíritu constructivo, porque la revolución del Imam Husain (P)

no tiene vocación de evento estéril, sino de formación islámica

y humana constante, que podemos aplicar en todas las facetas

de nuestra vida diaria, más allá de buenas intenciones

momentáneas, ¿Acaso hay homenaje más digno a un maestro

que el honrar mediante la práctica las enseñanzas que nos lega?

¿Acaso nos basta mostrar nuestros respetos al Corán sin

intentar comprenderlo y actuar de acuerdo con él?

Su sacrificio y entrega al destino de Dios, por el Islam y

por los musulmanes que tratamos de descubrirlo día a día ,es

suficiente motivo para analizar nuestra sinceridad y fidelidad al

Islam…para que así constatemos cada uno de nosotros desde el

corazón al Imam Husain (P), que su sed, su sufrimiento y la

eterna agonía que ancianos y recién nacidos padecieron; no

fueron en vano, sino que nuestros corazones son fortaleza y

refugio de tu causa que no dejaremos morir oh Aba ‘Abdil.lah,

y que en estos tiempos más que nunca nos esforzaremos en que

nuestras manos, nuestras mentes y nuestros corazones no

traicionen el depósito que nos legaste, así como nuestros ojos lo

atestiguan.

Assalamu ‘ala Al-Husain, wa ‘ala ‘Ali ibn Husain, wa ‘ala awlaad

Al-Husain , wa ‘ala ashaabi Al-Husain

Sami ‘Alí

Málaga, 2004

(Extraido del libro: Imam Husain (P), la luz que no se apagó

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