No hay coacción en la Religión

Tenemos en el Sagrado Corán un conjunto de versículos que especifican que la religión debe ser aceptada libremente y que no puede ser impuesta a nadie por la fuerza, y esto confirma lo que hemos estado diciendo, es decir que en el Islam no se puede ejercer coerción en esto diciéndole a alguien que debe volverse musulmán o morirá. Estos versículos iluminan a los incondicionales con una luz diferente.

Uno de ellos es parte de los versículos en donde se encuentra la famosa Aleya del Escabel (Aiatu-l-Kursii),

2:255-57: “No haya compulsión en religión, pues ya se ha distinguido claramente la buena dirección del error” (2:256) lo que significa que debemos explicar claramente el camino recto a la gente, ya que su realidad es algo evidente. No cabe el uso de  compulsión en religión, nadie debe ser obligado a aceptar el Islam. Este versículo es totalmente explícito en su significado.

En las exégesis del Sagrado Corán se narra el caso de un Ansár (uno de los auxiliares de Medina que acogieron y apoyaron al Profeta) que previamente fuera politeísta que tenía dos hijos que se habían convertido al cristianismo. Estos hijos suyos se habían sentido fascinados por el cristianismo y lo profesaban devotamente, pero al padre que ahora era musulmán lo perturbaba esta situación. Fue entonces a ver al Santo Profeta y le dijo: “¡Mensajero de Dios! ¿Qué puedo hacer con estos hijos míos que se han vuelto cristianos?” Y el Profeta (BPD) respondió: “No. No haya compulsión en religión (2:256)”.

Acerca de las circunstancias en las cuales este versículo fue revelado se ha escrito también que había dos tribus, Aus y Jazray, que eran las que habitaban originalmente la ciudad de Medina. En los albores del Islam ellos compartían ya la ciudad con varias y numerosas tribus judías que se habían asentado en la metrópoli en un período posterior. Una era la tribu de Banu Nazir y otra la de Banu Quraizah, y había incluso otra gran tribu que vivía en los aledaños de la ciudad.  Los judíos, que poseían una religión y un libro sagrado, pasaron a constituirse en la clase más educada de esa sociedad. Con el tiempo, entre los habitantes originales de Medina, que eran politeístas y generalmente analfabetos, surgió un pequeño grupo que aprendió a leer y escribir. Los judíos, por su cultura superior y mayor amplitud intelectual, ejercieron una considerable influencia sobre este último grupo. Así, pese al hecho de que la religión de Aus y Jazray difería de la de los judíos, no obstante fueron influenciados por sus ideas y cultura. A consecuencia de esto enviaban a sus hijos con los judíos para educarse y aprender a leer y escribir, y mientras estaban entre ellos solían renunciar al paganismo y convertirse al judaísmo. Cuando el Profeta (BPD) llegó a Medina un grupo de estos jóvenes de las tribus de la ciudad estaban siendo educados por los judíos y habían adoptado su religión, y algunos de ellos no quisieron renunciar a ella. Los padres de estos jóvenes se hicieron musulmanes y sus hijos no abandonaron su nueva religión, el judaísmo. Y cuando se dispuso que los judíos debían dejar Medina (a causa del caos y la traición que perpetraron contra los musulmanes, aliándose con los idólatras de La Meca en su contra y violando pactos suscriptos con el Profeta), estos jóvenes partieron también con sus correligionarios judíos. Sus padres fueron a ver al Profeta (BPD) pidiéndole permiso para separar a sus hijos de los judíos, forzándolos a renegar del judaísmo y a hacerse musulmanes, permiso que el Profeta (BPD) no les dio. Dijeron: “¡Mensajero de Dios! Permítenos forzarlos a dejar su religión y abrazar el Islam”. Y el Santo Profeta (BPD) les respondió: “No. Si han elegido irse con los judíos, dejadlos ir con ellos”. Y los comentaristas dicen que fue entonces que se reveló el versículo que dice: “No haya compulsión en religión…”.

Otro versículo famoso es el que dice: “Convoca al camino de tu Señor con sabiduría, y una buena y bella admonición, y discute con ellos con lo mejor y más bello”

(16:125).

“Convoca al camino de tu Señor…”, ¿con qué?, ¿con la fuerza de la espada? No, sino con la bella admonición y consejo.

“…y discute con ellos con lo mejor y más bello”. Es decir, con aquellos que discuten con nosotros, debemos emplear bellos y perfectos argumentos. Este versículo presenta claramente el modo en que debe comunicarse y abrazarse el Islam.

En otro versículo se nos dice: “Dí (oh Profeta): La verdad proviene de vuestro Señor. Quien quiera pues, que crea, y quien no quiera que no crea” (18:29). Quien desee creer, creerá y quien desee ser un impío lo será. Así, este versículo establece también que la fe y el rechazo, el imán y el kufr, sólo uno mismo puede elegirlos y no puede forzarse a otros en este sentido. En consecuencia, el Islam no dice que la gente debe ser forzada a adoptarlo; y que si se vuelven musulmanes, bien, y si no, se los mata, con lo que la decisión es de ellos. Lo que dice es que cualquiera que quiera creer, creerá, y quien no lo desee no lo hará.

Hay también otro versículo al respecto: “Si tu Señor hubiera querido todos los habitantes de la tierra habrían creído, absolutamente todos. Y ¿vas tú a forzar a los hombres a que sean creyentes?” (10:99). En el versículo Dios se dirige directamente al Profeta, quien amaba realmente a la gente y deseaba que todos fueran verdaderos creyentes.

El Corán afirma que el uso de la fuerza en cuestiones de fe carece de sentido. Si la fuerza sirviera, Dios mismo, con Su Poder creador habría hecho la elección por ellos.

Luego, por la misma razón que Dios con su inmenso poder decidió dejar a cada hombre la elección de la fe o la impiedad, el Profeta también debía dejarlos elegir por sí mismos. Aquel que tenga en su corazón el deseo de convertirse en un verdadero creyente lo será, y aquél que no lo desee en su corazón, no lo será.

Otro versículo que se dirige al Profeta (BPD) dice:

“Tú quizás te consumas de pena porque no creen. Si quisiéramos, haríamos bajar del cielo sobre ellos un signo [un castigo] y doblarían humildemente la cerviz ante el” (26:3). Es como si Dios le dijera al Profeta: “¡Profeta! No te consumas a tí mismo porque ellos no creen. No te apenas tanto por su causa. Nosotros, con nuestro Poder y

Potestad, si quisiéramos que creyeran, podríamos hacerlo fácilmente. Y si quisiéramos les enviaríamos un signo del cielo ante el cual tendrían que doblar su orgullosa cerviz humildemente”. Es decir, Dios dice que si El quisiera haría descender un castigo del cielo y le diría a la gente que o cree o es destruida, y entonces toda la gente se convertiría bajo compulsión, pero El no lo hace porque quiere que la gente elija por sí misma. Estos versículos clarifican más la idea del yihád en el Islam, y dejan en claro que éste no es lo que algunas opiniones interesadas han pretendido. Estos pasajes coránicos destacan claramente que la metodología del Islam no es la coacción; que no le ordena al musulmán que levante su espada sobre la cabeza de alguien ofreciéndole la simple elección de Islam o muerte; ese no es el propósito del yihád.

 

Adaptado del libro: «Yihad; la Guerra Santa en el Islam y su Legitimidad en el Sagrado Corán» por: «Ayatullah Morteza Mutahhari»

 

 

 

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