Salud Espiritual

La vida es completamente acción y esfuerzo. A veces uno es exitoso y triunfante en el transcurso de esta lucha; en otras ocasiones uno tiene que enfrentar la derrota. Quienes tienen éxito en la etapa de la vida pueden caer presos del orgullo y la vanidad como resultado de un éxito limitado en su trabajo o profesión. El orgullo eclipsa su ser entero. En ocasiones quienes tienen éxito en algunas cuestiones pueden atribuir su derrota a la mala suerte o a la envidia de maliciosos enemigos y a los obstáculos creados por ellos. Como resultado se rinden totalmente a sí mismos a la desesperación. Aunque la falla y la derrota son amargas y desagradables, y el éxito y el triunfo son agradables y dulces, en el éxito uno no debe ser orgulloso de los conocimientos y la sabiduría, ni debe caer preso de la desesperación sin fin y el lamento en el fracaso.

Si uno es realista y compuesto en el éxito así como en la derrota y observa el punto medio entre los dos extremos, sería un signo de espíritu sano. Sin embargo, el logro de este grado de moderación requiere una lucha seria y dura contra nuestro ego.

El maquillaje de la vida psíquica del hombre ha sido diseñado de tal manera que tiene sus propios límites como todo lo demás en este mundo. Las tensiones provocadas por las fallas y la privación pueden ser evadidas, pero podrían reaparecer disfrazadas adoptando una forma destructiva y rebelde.

La dificultad de alcanzar al autoconocimiento en cuanto a nuestras necesidades espirituales es una realidad innegable. Pero la gente corta de vista piensa que ellos saben mejor que nadie, que son conscientes de las causas que se esconden detrás de sus pensamientos, motivos y conducta, y conocen a fondo su ser interior.

Las verdaderas causas que residen detrás de los juicios equivocados e injustos y de los malentendidos son errores derivados del autoconocimiento. El principal factor de estas dificultades debe considerarse que yace en la ignorancia de los límites de las capacidades innatas, el papel de la herencia, de la educación y el ambiente, en nuestro maquillaje psicológico y en la ignorancia de las insuficiencias y en sostener los deseos y pasiones.

Al igual que la filosofía antigua hizo hincapié en el principio de conocerse a uno mismo, el conocimiento de los elementos del autoconocimiento es considerado el principio más importante de la salud mental por la psicología contemporánea, que ha hecho descubrimientos interesantes y valiosos en su estudio de la naturaleza humana.

El desarrollo de las cualidades humanas en el alma requiere que uno deba ser consciente de las necesidades espirituales, la manera en que la psiquis humana trabaja y las implicaciones de nuestros sentimientos indeseables, cada uno de ellos es el resultado de acciones internas y reacciones. Además, uno debe ser consciente en cierta medida de las emociones que derivan de fuentes complejas para poder distinguir entre los deseos engañosos y las genuinas aspiraciones y capacidades. Uno debe ser capaz de defenderse a sí mismo contra los peligros que amenazan constantemente nuestra personalidad y bienestar espiritual, siendo extremadamente vigilantes a no entregarnos a una vida ilusoria, de imaginaciones y sueños vanos por alguna forma imaginaria de felicidad.

Todos aquellos que sufren de complejos y dolencias psicológicas y siendo ambas  las que constantemente son poseídas por una pesadilla de desesperación y desaliento, son personas que son ignorantes de sus capacidades latentes y energías para poder compensar sus carencias con la ayuda de sus propios poderes y reemplazar las deficiencias con méritos. Por consiguiente, es necesario que tome sobre sí la ardua tarea del auto-descubrimiento haciendo un esfuerzo integral.

Como cuestión de principio, el hombre, en virtud de su pasión por la codicia, está muy preocupado por cada obstáculo y valla que frustra el cumplimiento de sus deseos y dificulta su monopólico y no compartido control sobre los eventos. Son estos obstáculos los que dan lugar a la agresión, la malicia y la angustia. Los deseos transitorios y las pasiones incendiarias fácilmente pueden causar fallas en emitir juicios correctos. El Noble Mensajero, que Dios le bendiga a él y a su Familia, advirtió a las personas de seguir sus deseos:

Desconfíen de los deseos (engañosos), ya que los deseos nos hacen ciegos y sordos. 3

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3. Nahj al-fasahah, p. 201.

Adaptado del Libro: «Ética y Crecimiento Espiritual» por: «Sayyid Mujtaba Musawi Lari»

Traducido por Laila Hakim para UMMA

 

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