Este pacto fue firmado en el monasterio de Ezequiel Zelkafal.
Un conjunto de teólogos cristianos y personas piadosas, incluyendo a ‘Aqqib, Al-Sayyed, ‘Abd al-Yashu’,
‘Ibn Al-Hassan, el monje Abraham, el obispo Jesús y cuarenta prominentes figuras destacadas
comprometidos con mi amistad y el respeto por nuestra alianza, quienes respetaron nuestro pacto y
asistieron a nuestros emisarios en las fronteras, están considerados bajo nuestra protección y su
seguridad, amistad, fidelidad y pactos se cerraron entre yo y los musulmanes del este y del oeste
estarán seguros en tanto yo viva y luego de mi muerte mientras el Islam permanezca vigente. La
invitación a la fe está de manifiesto y este pacto es vinculante para siempre para todos los gobernantes,
reyes y demás musulmanes. Nadie tiene permitido violarlo ni mancharlo agregando, reduciendo o
alterándole, ya que haciéndole agregados se distorsiona mi pacto y abreviarle frustra mis propósitos.
Por lo tanto, cualquier cambio en este pacto burlaría mi decisión. Cualquiera de mis seguidores que
se me oponga estará violando este convenio con Dios y se estaría alejando de Sus edictos y el juicio
de Dios por sus acciones será en su detrimento. El Sayyed, el obispo y otros dignatarios cristianos me
han preguntado si este escrito sería un pacto para todos los cristianos. En virtud de esta carta a todos
los cristianos que vivan en tierras musulmanas les es otorgada la inmunidad. Este pacto es suficiente
y eterno para que todos obedezcan bajo la promesa que les he hecho y estoy satisfecho por haber
accedido al pedido que me han realizado por una acción favorable a ellos. Ningún daño les ha de
sobrevenir por mi parte o de otros musulmanes y permitamos que este pacto sea un efectivo acuerdo
y una auténtica carta de inmunidad por la que todo musulmán obedezca y por la que todo creyente
esté comprometido. Para escribir esta carta, convoqué a prestigiosos musulmanes y a mis mejores
compañeros, estableciendo condiciones para los cristianos y que permanecerán vigentes para las
generaciones venideras. Si alguien, sea musulmán o no, viola este pacto, es expresamente requerido
el juez religioso para aplicar mis órdenes en su caso, para que ese compromiso a una promesa dada
se vuelva una práctica común y aquellos que gocen de la inmunidad lleguen a confiar en él. He
resuelto que nadie tendrá un pretexto para oponerse a este pacto; los musulmanes deben someterse a
él con respecto de los cristianos y los cristianos han de serle leales, beneficiándose de las buenas
relaciones de nuestros amigos y compartiendo la recompensa por sus buenas acciones. Quienquiera
que le obedezca será mi compañero en mi sendero de invitación al Islam, el objeto de la ira de los
incrédulos y mentirosos y un pretexto para los cristianos en contra de aquellos que han abrazado el
Islam. Este pacto invita a las buenas acciones y cualidades morales, prohíbe el mal y ordena la
adhesión al camino de la verdad y equidad. De esta manera, lo he iniciado por un compromiso personal,
según lo han solicitado los cristianos de mí y mis seguidores. Por lo tanto yo tomo mi vínculo con
Dios y todos los profetas son testigos de ello, y, en su virtud, de aquí en más estoy obligado a
protegerles de cualquier mal, a menos que me dañen a mí o a mis compañeros, quienes son defensores
del Islam o los relevo del tributo que los guerreros cristianos están obligados a pagar. Pero ningún
cristiano será obligado por él a cambio, ningún obispo o sacerdote o monje será removido de su oficio,
a ningún viajero se le prohibirá viajar, ninguna de sus edificaciones o casas será demolida. Los
musulmanes no utilizarán sus construcciones o iglesias para establecer mezquitas y no se prohibirá el
tañer de sus campanas. Esta es una carta abierta y sus directivas invitan a todos aquellos
comprometidos con el Islam a unirse a este pacto. Quienquiera que viole este pacto merecerá el
escarnio y la desgracia, sea rey o no, sea musulmán o no, no autorizo a que cristiano alguno sea
obligado a unirse al Islam. Los musulmanes deben extender su misericordia y cuidado a los cristianos
y protegerles del mal, y los cristianos tienen el derecho a asegurar los fondos para los gastos de sus
iglesias, la reparación de sus abadías y monasterios y todo aquello que sus creencias religiosas
requieran y los musulmanes tienen el deber de proteger su sangre, su vida y propiedades y brindarles
asistencia. La contribución musulmana a la mejora de los asuntos de los cristianos no es obligatoria;
antes bien se trata de una donación. ‘Ali, el Rey de los Creyentes, ha asumido la salvaguarda y
observación de este pacto hasta el día de la Resurrección y el Fin del Mundo.
Este pacto ha sido escrito por Hosham ibn ‘Otbeh Abi-Vaqqas en presencia de Ali Abi-Talib y
depositado en el Monasterio de Ezequiel Zelkafal en el Monte de Safar en el año cuarenta de la Hégira.
Alabado sea Dios Todopoderoso.
PRÓLOGO
En ocasión del advenimiento del tercer milenio de la era cristiana y el comienzo del año del Diálogo
entre Civilizaciones y en conformidad con los objetivos de esta institución en cuanto a revivir los
documentos manuscritos y libros relativos al Islam y a la historia de su país de larga tradición,
particularmente de familiarizar al público con textos religiosos históricos, he escrito este libro basado
en el rollo manuscrito del pacto firmado entre ‘Ali (atribuido) y los cristianos en el monasterio de
Ezequiel Zelkafal en el año 40 DH.
Este pacto se halla escrito en un magnífico y legible texto cúfico de 6,77 metros de largo y 3,55 metros
de ancho sobre cuero y preservado en el Museo Chehel Sotún en Isfahan. Cada línea está repetida
debajo en texto nasjí, con márgenes en thulth, seguido por su traducción al turco, probablemente
agregada durante el período safavida en Tabriz. Los nombres de varias personas que fueron testigos
de la escritura del rollo se encuentran inscriptos al final y muchas escrituras de eruditos que estudiaron
la historia del Islam y funcionarios gubernamentales en diferentes períodos respecto de las
características y los datos de las restauraciones del rollo son visibles en sus márgenes junto a sellos y
firmas.
El presente libro incluye traducciones del pacto al persa y al inglés. Por el presente, ofrezco mi sincero
agradecimiento al señor Sayyid Ahmad Mohit Tabataba’i, la considerada presentación y educación
del vicedirector de la Organización de Herencia Cultural Iraní, las autoridades responsables de los
departamentos subalternos y a todos mis amigos que me ayudaron en la preparación de este libro.
Editor en jefe:
Shahnaz Mohammad- khani
13 de enero de 2000