La liberación a través del Velo

La modestia y la castidad, ideologías muy importantes par el Islam, son adquiridas a través de la prescripción de parámetros de conducta y vestimenta de un musulmán. A una mujer que adhiere a la construcción del Islam, se le pide que siga el código de la vestimenta, denominado Hijab, otros sinónimos son Velo, Purdah o simplemente Cubierta. Es un acto de fe y afirma la vida de un musulmán con honor, respeto y dignidad. El Hijab es tenido como una liberación para las mujeres, que al estar cubiertas adquieren “un aura de respeto” (Takim, 22) y las mujeres son reconocidas como individuos admirados por su mentalidad y personalidad, “no por su belleza o por la falta de esta” (Mustafa) tampoco como objetos sexuales.

Contrariamente a la creencia popular, la cubierta de la mujer musulmana no es opresión, sino liberación de las molestias del escrutinio masculino y los parámetros de lo atractivo. En el Islam, una mujer es libre de ser quien es por dentro y liberada de ser retratada como un símbolo sexual y deseada con lujuria. El Islam exalta el estatus de la mujer al establecer que “goza de los mismos derechos que los hombres en todo, está al mismo nivel que el hombre” (Navdi, 11) y ambos comparten derechos y obligaciones mutuos en todos los aspectos de la vida.

Los hombres y las mujeres, a pesar de ser iguales no son idénticos, y cada uno complementa al otro en los diferentes roles y funciones de los que son responsables. “Desde una perspectiva islámica, ver a una mujer como un símbolo sexual es denigrarla. El Islam cree que una mujer debe ser juzgada por su carácter (virtuoso) y sus acciones antes que por su apariencia o por sus rasgos físicos” (Takim, 22). En el artículo “Mi cuerpo es mi propio asunto”, la señorita Nahid Mustafa, una joven musulmana nacida y criada en Canadá, con educación universitaria escribe,

El Corán (que es el Libro Sagrado de los musulmanes) nos enseña que los hombres y las mujeres son iguales, que los individuos no deben ser juzgados de acuerdo a su género, belleza salud o privilegios. Lo único que hace a una persona mejor que otra es su carácter”

Continúa diciendo,

En el mundo occidental, el hijab ha llegado a simbolizar tanto el silencio forzado como la militancia radical, desmedida. En realidad, no es lo uno ni lo otro. Es simplemente la afirmación de una mujer que juzga que su persona física no cumple rol alguno en la interacción social”

Los musulmanes creen que Dios ha otorgó la belleza a todas las mujeres, pero que su belleza no sea vista por el mundo como si las mujeres fueran carne en un mostrador para ser escogida y examinada. Cuando ella se cubre, se coloca en un nivel más alto y los hombres la verán con respeto y será tenida en cuenta por su intelecto, fe y personalidad, no por su belleza. En muchas sociedades, especialmente en las occidentales, a las mujeres se les enseña desde su más temprana infancia que su valor es proporcional a su atractivo y son obligadas a seguir los parámetros masculinos de belleza y nociones abstractas acerca de lo que es atractivo, entendiendo a medias que esa pretensión es a menudo fútil y humillante (Mustafa).


La castidad, la modestia y la piedad son promovidas a través de la institución del velo. “El hijab no evita que una mujer cumpla con su rol como individuo importante en la sociedad, no la hace inferior”, (Takim, 22)
Una musulmana puede usar lo que le plazca en presencia de su esposo y familia o entre mujeres amigas. Pero cuando sale u otros hombres distintos a su marido o familiares cercanos están presentes, se espera que use una vestimenta que cubrirá (su cabello y) todas las partes de su cuerpo y no revele su figura. Lo que contrasta con la moda occidental que cada año se concentra, casi intencionalmente, en dejar al descubierto ¡otra zona erógena a la mirada pública! La intención de la vestimenta occidental es revelar la figura, en tanto que la intención de la vestimenta musulmana es ocultarla (y cubrirla), al menos en público (Lemu, 25)

La musulmana no siente la presión de estar bella y atractiva, lo que está claro en las culturas occidentales y orientales. No debe cumplir con las expectativas acerca de lo deseable o no. La belleza superficial no es una preocupación para la musulmana, su meta principal es la belleza espiritual interior. No tiene que usar su cuerpo y sus encantos para lograr la aceptación y el reconocimiento en la sociedad. Es muy distinto de los métodos crueles en los que en otras sociedades oprimen a las mujeres, en los que su valor es siempre juzgado por su apariencia física. Existen numerosos ejemplos de discriminación en lugares de trabajo en los que las mujeres son aceptadas o rechazadas a causa de su atractivo y atracción sexual.
Otro beneficio de adornar el velo es la protección de la mujer. Los musulmanes creen que cuando las mujeres despliegan toda su belleza se degradan a sí mismas al volverse objetos de deseo sexual y se vuelven vulnerables a los hombres, quienes las miran como una “gratificación para el instinto sexual” (Nadvi, 8). El Hijab las hace ver como mujeres que pertenecen a la clase de mujeres castas y discretas, de ese modo los hombres trasgresores y lascivos las reconocerían como tales y no se atreverían a molestarlas con agravios” (Nadvi,20). El hijab resuelve el problema del acoso sexual y de los avances sexuales no deseados, que son tan degradantes para las mujeres, cuando los hombres envían señales confusas y creen que las mujeres desean sus avances por el hecho de mostrar sus cuerpos.

La ideología occidental de “¡si lo tienes, debes exhibirlo!” es bien opuesta al principio islámico, donde el propósito no es llamar la atención, sino ser discreta.

Las mujeres en muchas sociedades son tratadas como meros objetos sexuales y nada más que un cuerpo que ” se exhibe a sí mismo para obtener atención” (Mustafa). Un buen ejemplo son los avisos, donde el cuerpo de la mujer es usado para vender productos. Las mujeres son constantemente degradadas, y son sometidas a revelar más y más de sí mismas.

El cubrirse la santifica y obliga a la sociedad a tenerla en alta estima. Lejos de la humillar a la mujer, el Hijab realmente otorga a la mujer un aura de respeto y le otorga una identidad única y diferente (Takim, 22). De acuerdo al Corán, el elevado parámetro de conducta moral es el mismo para los hombres y para las mujeres. La discreción es esencial en la vida del hombre, también, sea en la acción, la moral o el discurso. El Islam también ordena un comportamiento y vestimenta adecuada para los hombres, ya que no les permite hacer una muestra desenfrenada de sus cuerpos para llamar la atención hacia sí mismos y deben vestirse discretamente. Tienen un mandamiento especial de bajar la mirada y no mirar fija y descaradamente a las mujeres.

En la sura Nur del Santo Corán dice,

“Di a los creyentes que bajen la vista con recato y que sean castos. Es más correcto para ellos. Dios está bien informado de lo que hacen”

Muchos de los conceptos errados acerca de la musulmana en occidente, particularmente el velo a causa de los países árabes y musulmanes que se han desviado de las auténticas doctrinas del Islam y tiene “principios islámicos mezclados con tradiciones paganas pre- islámicas” (Bahnassawi, 67)

En el presente período de declinar al Islam, muchas musulmanas están alejadas, aisladas de la vida social y son oprimidas por hombres y gobernantes musulmanes, quienes usan el nombre de la religión para sus injusticias (Bahnassawi, 65). En este punto, el Hijab es usado como un medio de mantener a muchas mujeres musulmanas alejadas de la sociedad, con el concepto erróneo que significa el aislamiento y la debilidad. Pero muchas musulmanas vuelven a las raíces del puro y verdadero Islam, son capaces de reconocer la injusticia de los hombres que, por largo tiempo, las despojaron de sus derechos a ser una parte integral de la sociedad y “de merecer la misma dignidad, honor, progreso y prosperidad que los hombres” (Navdi, 26)

Las mujeres que vuelven a obtener su propia identidad y rol en la sociedad, están usando el Hijab y abrazando su concepto de liberación para las mujeres y están tomando los correctos lugares que el Islam le ha concedido hace más de mil cuatrocientos años.
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Obras citadas
” Bahnassawi, El Salem. “La mujer entre el Islam y las legislaciones mundiales”. Trad. Abdul Fattah El-Shaer. Kuwait: Dar ul Qalam, 1985.
” Lemu, Aisha y Fátima Hiren.”La mujer en el Islam”. Inglaterra: COE islámico, 1978.
” Mustafa , Nahid. “Mi cuerpo es mi propio asunto.” Shia International. Oct. 1993: 29.
” Nadvi, Mohammad. “Discreción y Castidad. Kuwait: Islamic Bk, 1982.
” Takim, Liyakatali. “La visión islámica y musulmana de la mujer.” Shia International. Oct. 1993: 22.

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