La Dignidad Humana y la Sanación Espiritual del Corazón II Parte

Por el Prof. Shahid Athar

De esta manera, la dignidad humana necesita “volverse humana” y no transformarse en “lo más bajo de lo bajo”. Nos transformamos en lo más bajo de lo bajo cuando rechazamos la fe en Dios. “Los que no crean, tanto gente de la Escritura como asociadores estarán eternamente, en el fuego de la gehena. Ésos son lo peor de la creación.” (98: 6) Cuando rechazamos la fe en Dios, nos dejamos de preocupar por nuestro prójimo y por nuestro ambiente. Contaminamos el aire y el agua y perforamos los fondos oceánicos para robar petróleo de nuestra madre tierra y en el proceso ocasionamos desastres ambientales. Como la Society for Prevention of Cruelty to Animals (la Sociedad para Evitar la Crueldad a los Animales, SPCA, por sus siglas en inglés)  deberíamos tener una sociedad para evitar la maldad a los humanos. Nos transformamos en inhumanos cuando nos oprimimos, nos embarcamos en guerras injustas, torturas, esclavización y no combatimos la pobreza y la falta de vivienda. Si deseamos elevar la dignidad humana, debemos practicar y enseñar a nuestros hijos, especialmente a los jóvenes, el valor de la vida y el valor del amor y el amor hacia todo. Como dijo el Dr. Martin Luther King: “la injusticia hacia uno es injusticia hacia todos” y “la violencia en contra uno es violencia contra todos.”

¿Y qué hay de la sanación espiritual del corazón? Antes de hablar acerca de la sanación, debemos aceptar que existe una enfermedad que necesita ser curada. El Corán dice que “Sus corazones están enfermos y Allah les ha agravado su enfermedad.” (2: 10) ¿Cuál es esta enfermedad del corazón? Muchos traductores la llamarán hipocresía y rechazo de la fe. ¿Por qué Dios sellará sus corazones como si fuera comida enlatada, al vacío de modo que nada bueno (de guía) pueda ingresar en sus corazones? Esta lata de corazón descreído está llena de características satánicas, como la ambición, el amor al dinero, materialismo, egocentrismo. La manifestación física de una enfermedad del corazón así puede ser la falta de paz con uno mismo y con su contexto, con tensión que lleva a una elevada presión arterial, arterioesclerosis, diabetes, etc., que pueden estar originadas en nuestro estilo de vida.

La sanación espiritual del corazón yace en el contento, la paz con Dios, la paz consigo mismo y el servicio a los necesitados, incluido uno mismo, los colegas, los vecinos, la familia, la comunidad y el propio país.

La implicancia social del esta enfermedad del corazón es que nos aferramos al dinero y no hacemos caridad, no alimentamos al hambriento, no vestimos al desnudo, no damos refugio al pobre, no visitamos a los enfermos y no ayudamos a levantar al prójimo caído.

Me contaron de un equipo de básquet que tenía un gran tirador que hacía buenos pases pero el equipo perdía porque los receptores no eran buenos. El mensaje de Dios es grandioso, el Mensajero hizo su labor pero los seguidores lo enredaron. Nuestros corazones a veces se oxidan y no son capaces de recibir el Mensaje de Dios o de actuar de acuerdo a su guía.

El modo de sacar lustre al corazón, de quitar el óxido es comprometiéndonos en la recordación de Dios (zikr Allah) de acuerdo al Profeta Muhammad. El Corán  (13: 28) dice: “Quienes crean, aquéllos cuyo corazón se tranquilice en el recuerdo de Allah -¿cómo no van a tranquilizarse sus corazones con el recuerdo de Allah?”

El servicio a aquellos que están en necesidad por encima de nuestras propias necesidades es el jalón de la dignidad humana. Durante l batalla de Badr, tres musulmanes heridos y sangrantes fueron vistos por una enfermera. Ella se le acercó a uno de ellos con agua, él le dijo: “Llévasela a mi amigo, que ha sangrado más que yo”. Ella le llevó el agua y él también la rechazó y la dirigió hacia el tercero. Cuando ella lo alcanzó, éste ya había muerto. Volvió hacia el segundo, también había muerto. Cuando fue al primero, que también estaba muerto para ese momento. Los tres se hallaban moribundos y habían continuado preocupándose por alguien más. El Profeta Muhammad dijo una vez: “Él no es uno de nosotros” y lo repitió por tres veces. Los compañeros le preguntaron: “¿Quién no es uno de nosotros? Él les dijo: “aquél que no se preocupa por su comunidad”.

Traducido por Fabiana Ríos, para UMMA, de:

http://en.rafed.net/islamic-articles-v15-1030/ethics/16018-the-human-dignity-and-the-spiritual-healing-of-the-heart-part-2

 

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