‘Alî (P) y los pobres.

Por: Sra. Masuma Assad de Paz

En la actualidad, encontramos que los índices de pobreza van en aumento en forma descontrolada, alcanzando a más de trescientos millones de personas. La brecha entre ricos y pobres se va profundizando día a día. Esta brecha no es azarosa, sino que casi podría decirse “caprichosa”, pues es producto de la excesiva concentración de capital de unos pocos en detrimento de una gran mayoría oprimida y desposeída. Esta desigualdad es provocada por hombres cuyos deseos son ilimitados y su indiferencia hacia los demás, categórica. No es venida del cielo como designio divino, irrevocable e irreversible. Por el contrario, es consecuencia del alejamiento y olvido de Dios y la otra vida, y al mismo tiempo un aferrarse a este mundo y sus ilusiones. No es una diferenciación entre individuos, cuyas singularidades afloran dando lugar a un mundo mejor, como dice el Corán: “¡Hombres! Os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Alá, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme. Alá es omnisciente, está bien informado.” (Corán, Sura 49:13)

Es mas bien una desigualdad que arrasa en forma salvaje y cruel, sin distinción de grande o pequeño, varón o mujer, blanco o negro, anulando las diversas capacidades y potencialidades de las personas. El Islam, si bien no propone una igualdad indiferenciada, lisa y llana, en la que el sujeto se pierde en la masa, lejos está de postular un sistema de individuos aislados, encapsulados e insensibles, cuyo canal destinado a una verdadera comunicación y conocimiento mutuo se encuentra denegado. Tal es el caso de la crisis actual del sistema occidental y capitalista salvaje, donde lo que prima es la anomia y la desafección política. Ello ha conducido a los hombres a la falta de solidaridad, a la desconfianza mutua y, en especial, hacia sus gobernantes, logrando así una profunda indiferencia que aniquila toda sensibilidad humana y capacidad pensante. No sólo existe una desconfianza de los pueblos a sus gobernantes, sino que ello ha acarreado una falta de interés por la política, hecho fatal que impide concebir la posibilidad de un cambio. En las diferentes etapas del capitalismo, siempre se ha hecho especial énfasis en los mecanismos de recaudación impositiva, siendo la falencia o carencia de esta última la causante de las sucesivas crisis. Así fue que cada crisis debía ser superada a través de un estricto control y mayor rigor en la recaudación de los mismos sin importar si ello implicaba una opresión y tiranía hacia quienes estaban en inferioridad de condiciones materiales, y sin hacer ningún tipo de consideración proporcional al respecto.

En la actualidad, a pesar de las numerosas “vueltas de tuerca” que ha dado el capitalismo en sus intentos de salvar las crisis, vemos que éste no ha logrado superarlas. Hoy, ya no se habla de que el problema es la falencia de los mecanismos de recaudación impositiva, o al menos ¡no sólo se habla de ello! Existe, además un replanteo y una preocupación especial por el denominado “capital social”, “los excluidos”, “los marginados”, diferentes denominaciones para designar a los “pobres” en sus múltiples facetas. Es nuestro interés echar luz sobre estos temas desde una perspectiva islámica. Vemos en el Imam ‘Alî (P) un bello modelo a seguir, desde que nos sorprende, no sólo por la profundidad con que trata la cuestión social y la inigualable consideración y recomendación que hace a sus gobernantes respecto al trato con los pobres, sino por la vigencia que estos temas cobran en la actualidad y que nos permiten soñar e imaginar un mundo mejor. Sueño preciado por la Humanidad y que contribuiría a su armoniosa evolución y equilibrado desarrollo. Sueño que sólo puede alcanzar una dimensión real a partir de gobernantes de la talla de los Profetas, Imames o gentes piadosas. Personalidades que hayan demostrado un verdadero desapego a lo mundano, una magnífica benevolencia y compasión por los oprimidos y desposeídos. Muchas son las narraciones acerca de la generosidad del Imam ‘Alî, y en general de Ahlul Bait (P). Su vida, consejos y vasta personalidad nos han legado incontables experiencias y enseñanzas que encierran una sabiduría divina que supera, en múltiples aspectos, cualquier asesoramiento politológico, sociológico y psicológico que hoy nos invade y muchas veces nos confunden. El Imam ‘Alî (P) dispensaba todas sus riquezas para ayudar a los pobres y necesitados y era muy simple y estricto en su vida personal. Gozaba trabajando la tierra y solía cavar pozos de agua, plantar árboles y cultivar campos para luego donarlos. En el período de su gobierno, también tenía en cuenta el cobro de impuestos pero ello lo utilizaba como recurso para servir al pobre, no para oprimirlo y tiranizarlo. Al respecto decía: “En lo concerniente a la recaudación de las rentas públicas e impuestos, siempre debes tener en cuenta la prosperidad del contribuyente, esto es más importante que el impuesto en sí, porque estos impuestos y los contribuyentes, son la fuente original de la que depende el bienestar de tu Estado y tus súbditos. Un Estado realmente subsiste con las rentas de los contribuyentes porque su capacidad imponible descansa sobre la fertilidad de la tierra. El gobernante que no presta atención a la prosperidad de sus súbditos y a la fertilidad de la tierra, concentrándose solamente en la recaudación de rentas, asola la tierra, arruina al Estado y lleva a la destrucción a las criaturas de Dios. Su gobierno no puede durar mucho. Si los contribuyentes se quejan de la pesada incidencia de las tasas e impuestos, de cualquier calamidad accidental, del capricho del viento Monzón, de la escasez de medios de irrigación, de la destrucción de sus cosechas debido a las excesivas lluvias y, si sus quejas son verdaderas, entonces reduce sus impuestos. La reducción debe ser tal que les provea de oportunidades para mejorar su condición y aliviar su situación. La disminución de los ingresos del Estado, debido a tales razones, no deberá deprimirte, porque la mejor inversión para un gobernante es la ayuda a sus súbditos en tiempos de dificultades. Ellos son la verdadera riqueza de un país y cualquier inversión en ellos, aún en la forma de reducción de impuestos, será devuelta al estado bajo la forma de prosperidad de sus ciudades y la mejora del país en general. Al mismo tiempo que las rentas, podrás merecer y obtener su cariño, respeto y encomio. ¿No sería esto una eterna felicidad?…” Lamentablemente, hoy somos testigos de cómo nuestros gobernantes a la hora de realizar sus campañas se comprometen a reducir los impuestos, siendo esto prioridad en sus discursos. Pero a la hora de gobernar no sólo no cumplen con sus promesas sino que hacen todo lo contrario, justificándose y sometiéndose a las exigencias del FMI y el Banco Mundial. Además, a la hora del recorte presupuestario, los primeros damnificados son las clases más débiles, los ancianos que gozan de míseras pensiones, la educación, la salud pública y otros servicios de bien público. ¡Paradojas de Occidente! Por supuesto que la situación de los países centrales es diferente ya que viven a expensas de la periferia que no sólo los provee de materia prima sino que es obligada a consumir productos manufacturados. Gracias a ello, en estos países no sólo sus ancianos gozan de una considerable pensión sino que sus jóvenes son emancipados a temprana edad y si no tienen trabajo reciben un subsidio que les permite vivir y estudiar. Esto trae a mi memoria, aquellas famosas frases que se leen en la obra de Nicolás Maquiavello (1469-1527), “El Príncipe”, quien preocupado por forjar la unidad de Italia, piensa en cuáles son las cualidades que deberá reunir el príncipe que traerá tan anhelada unidad. A la luz de la influencia que ha ejercido sobre occidente resulta muy paradigmático para ilustrar el caso del centro y la periferia, y ver así la diferencia y distancia que existe entre un sistema y otro, entre una personalidad y otra: “…Puedes mostrarte mucho más dadivoso, ya que das lo que no es tuyo ni de tus súbditos, como hicieron Ciro, César y Alejandro, porque gastar lo de los otros no perjudica a tu reputación, sino que le añade una más sobresaliente; gastar lo tuyo es lo único que te perjudica.” (N. Maquiavello, “El Príncipe”, CapXVI, p.9)

Recomendaciones a los cobradores de impuestos

Cuando el Imam ‘Alî (P) daba directrices para el cobro de impuestos, luego de recomendar al tasador y cobrador que tema a Allah y que trate con benevolencia y respeto a la gente, también le pedía que mantuviera su propia dignidad y prestigio. Luego decía: “…Pregúntales si poseen medios suficientes para pagar dichas obligaciones, que ojalá puedas juntarlas y entregarlas a tu califa. Si alguno te dice que no posee suficientes bienes para hacerlo, exceptúalo del pago y luego no le molestes, aceptando sus excusas. Si algún otro te dice que sólo puede pagar un impuesto pequeño, entonces vete con él a su casa, campo o cultivo. Pero no le asustes o pongas nervioso y no procedas con indebida dureza o tiranía. …, No pongas al propietario ansioso o temeroso por ello. Luego divide el rebaño en dos partes y deja que el propietario elija una de las partes. No hagas objeción por la parte que elige para él. Divide nuevamente en dos la parte que dejó, y de aquí, será tomado el impuesto religioso. Nuevamente déjale elegir el lote con el que quiera quedarse. Nunca objetes su elección. Prosigue así hasta llegar a la posesión del mismo, pero, si a pesar de las precauciones tenidas, el dueño piensa que la división fue hecha de forma injusta o mala fe, mezcla todo el lote y procede nuevamente hasta llegar a una situación satisfactoria para las partes…” (Nahy Al-Balâgah, extracto carta veinticinco, p. 48, 49) “…Te pido no te comportes con los musulmanes como un tirano, opresor o difamador, no les maltrates, no les hagas padecer infortunios porque son tus hermanos en la religión y te ayudarán a recoger lo debido y a encontrar formas y medios de ayuda para los pobres. Ciertamente, hay una parte para ti en los impuestos sagrados, pero recuerda que el pobre y desprovisto también tiene derecho a ello. En realidad te he pagado tu parte y ahora tú se la pagas a ellos. Por otro lado, muchos se quejarán y protestarán contra ti el Día del Juicio. Qué aflicción para aquellos de quienes el pobre desprovisto, el mendigo, se quejen frente a Dios, por no haber recibido su parte del impuesto religioso. Has de saber que la persona que se apropia indebidamente de los fondos recolectados para los pobres; quien llene su estómago con tales fondos, quien perjudique su religión y dañe su conciencia con tales actos, será castigado y deshonrado tanto en este mundo como en el próximo. La peor forma de deshonestidad es el quebrantamiento de la confianza de los fondos públicos y el más bajo ejemplo de una mala administración es que el Emir tolere semejante falta de honradez.” (Nahy Al-Balâgah, extracto carta veinticinco, p. 48, 49)

Consejos a su hijo, Imam Hasan (P)

En una carta a su hijo, Imam Hasan, donde le da consejos para la vida abordando diferentes aspectos de la misma, también le recomienda mucho acerca de la caridad hacia los pobres y sus beneficios. “…Si encuentras alrededor de ti gente pobre, necesitada y menesterosa que está deseando llevar la carga por ti, hasta el día del Juicio Final, considéralo una bendición, comprométela y pásale tu carga a ella. (Quiere decir: distribuye tus riquezas entre los pobres, menesterosos y necesitados, ayuda a los demás con lo mejor de tus capacidades y sé amable y cordial con los seres humanos). De este modo te alivia de la pesada responsabilidad y obligación de someterte a las consideraciones del Día del Juicio Final, de cómo has hecho uso de sus favores, y así podrás arribar al fin de tu viaje alegre, descansado y con bastantes provisiones para estar allí. (El premio por haber cumplido tus deberes con el hombre y con Dios en este mundo). Lleva tanto peso como puedas (ayuda a tanta gente como puedas) de modo que la eches de menos cuando más la necesites (cuando tus pecados por acción u omisión sean balanceados con tus buenas obras, deberás tener bastantes buenas obras para que el resultado se incline a tu favor). Recuerda que todo lo que distribuyas en caridad y buenas obras son como préstamos que te serán devueltos. Por tanto, cuando seas rico y poderoso, haz uso de ambas cosas de tal manera que puedas recibir todo ello de vuelta el día que estés pobre y sin ayuda…”

Recomendaciones a su Comandante Malik Al-Ashtar

En una carta enviada a Malik Al-Ashtar, entre sus recomendaciones presta una especial atención al trato con los pobres: “…Recuerda que las quejas y el descontento del hombre corriente, del individuo sin recursos y de la gente abatida, tienen preponderancia a la aprobación de personas importantes y, el desagrado que unas pocas personas importantes y, será disculpado por el Señor, si el pueblo en general está feliz contigo. Recuerda Malik…, el hombre corriente, el pobre y el sector aparentemente menos importante de tus súbditos, son los pilares del Islam; ellos son el verdadero grupo de Musulmanes, y el poder y la fuerza defensiva en contra de los enemigos del Islam. Conserva una mente abierta, sé más amigable y asegura su confianza y simpatía. …Luego quiero prevenirte acerca de los pobres. Dios teme por su condición y por tu actitud hacia ellos. No tienen ningún apoyo, ningún recurso, ni oportunidades. Ellos son pobres, están necesitados y muchos de ellos son inválidos e ineptos para trabajar. Algunos mendigan y otros (que tienen dignidad) no lo hacen, pero su condición grita su desgracia, pobreza, escasez y necesidad. Por amor a Dios Malik, protege a ellos y a sus derechos. El ha puesto esta responsabilidad sobre tus hombros. Debes darles una parte del tesoro del gobierno. …Por tanto sé muy cuidadoso del bienestar de la gente pobre. No seas arrogante y vanidoso con ellos. Recuerda que debes tener especial cuidado de aquellos que no pueden llegar hasta ti, de aquellos a quienes la sociedad trata con disgusto, descalificación y desprecio. Designa una persona respetuosa, honesta y piadosa, que tema a Dios y pueda tratarlos respetablemente, ordénale que averigüe todo sobre ellos y que te lo comunique. Luego trata a estas personas pobres de tal forma que en el Día del Juicio, puedas defender exitosamente tu caso ante Dios, porque al margen de todas las clases de tus súbditos esta clase merece más tu atención, favores y una justa disposición. Cada una de estas pobres y dignas personas, merecen tu simpatía y tendrás que hacer justicia a Su Causa para lograr Su Favor, aún más, debes prestar mayor atención a los huérfanos, a los ancianos y a los lisiados. Ellos no tienen ningún apoyo ni es conveniente que salgan a mendigar. No pueden alcanzarte. Por tanto, tú debes llegar a ellos. Recuerda que el cumplimiento de este deber y esta obligación es considerado una pesada carga para la mayoría de los gobiernos, pero para aquellos que desean lograr Su Favor y entrar a Su Reino, Él les hace el trabajo liviano y agradable. Ellos lo soportan feliz, sincera y solícitamente. Encuentran placer en él y creen en las promesas del Señor. Fuera de las horas de trabajo, fija un tiempo para las demandas y para quienes quieren llegar a ti con sus quejas. Durante este tiempo no debes hacer otro trabajo más que oír y prestar atención a sus quejas. Para este propósito, debes fijar una audiencia pública y durante esta audiencia por amor a Dios, trátalos con gentileza, cortesía y respeto. No permitas que se encuentren presentes en la audiencia tu ejército y guardia, para que se puedan quejar contra tu gobierno, puedan hablar libremente y sin temor. Todo esto es un factor necesario de tu gobierno, porque, a menudo, he oído al Santo Profeta (BP) decir: “Esa nación o gobierno donde los derechos de los desposeídos, necesitados y oprimidos no son protegidos, y donde a las personas importantes y poderosas no se las fuerza a ceder estos derechos, no puede alcanzar la salvación”. Debes recordar que en estas audiencias se reunirán los hombres más comunes. Por tanto, si encuentras que su comportamiento no es adecuado o sientes que su conversación es irreverente, toléralos. No seas descortés ni insultante con ellos para que el Señor pueda ser amable y misericordioso contigo y pueda premiarte por obedecer sus órdenes explícitamente. Trátalos cortésmente. Escucha con respeto y cordialidad sus quejas, y si te ves forzado a rechazar sus demandas, entonces recházalos de tal manera que tu rechazo pueda agradarles tanto como tus asentimientos.” Por el contrario, la realidad nos muestra cómo la mayoría de las manifestaciones de los oprimidos son asistidas por numerosos carros de policías y por lo general son sofocadas, dejando saldos de heridos y muchos de los manifestantes terminan en prisión.

Y esta falta de consideración hacia los pobres guarda estrecha relación con la avaricia. Al respecto Maquiavello, considerado en occidente entre los padres fundadores de la Ciencia Política por excelencia, consideraba que era preferible que el Príncipe sea tildado de avaro y no que padeciera de cierta liberalidad, ya que sostenía que “hay más sabiduría en soportar la reputación de avaro, que produce una infamia sin odio, que en verse, por el deseo de tener fama de liberal (en el sentido de ser generoso con los bienes), en la necesidad de incurrir en la nota de rapaz, que produce infamia con odio.” (Nicolás Maquiavello, “El Príncipe”, cap XVI). Justificaba ello diciendo: “…En nuestros tiempos sólo hemos visto realizar grandes cosas a los que han sido considerados avaros: los demás quedaron vencidos. El Papa Julio II, que se sirvió de la reputación de liberal para alcanzar el Papado, no pensó después en mantenerla, para poder hacer la guerra: el actual rey de Francia ha sostenido muchas guerras sin imponer un tributo extraordinario a los suyos, sólo porque su amplia moderación le suministró lo necesario para los gastos superfluos. El actual rey de España, si hubiera sido liberal, no habría realizado tantas empresas ni habría vencido en ellas.” A través de esta mirada al pasado podemos entender el origen de nuestra situación actual. Así como también, conociendo y reflexionando los consejos del Imam ‘Alî podremos encontrar algunas posibles salidas a esta realidad cruel que amenaza cada vez más nuestro futuro y el de las próximas generaciones. El Imam ‘Alî (P), así como el propio Corán recomiendan mucho acerca de conocer la realidad a partir del pasado. “Fuérzate por comprender la realidad de las desgracias y adeversidades, los cambios de tiempos y circunstancias. Imponte el estudio de la historia. Trata de ver las ciudades arruinadas. Los palacios en mal estado y los signos de la decadencia y ruina de esa gente, todo lo que hicieron cuando vivían y tenían fuerza, qué lograron, cómo empezaron, dónde, cuándo y cómo fueron inducidos a un fin, dónde están ahora, qué han ganado realmente fuera de la vida y cuál fue su contribución al bienestar de la humanidad. Si sopesas cuidadosamente estas cuestiones encontrarás que toda esa gente se ha separado de la compañía de los otros y de todo lo que ha querido y amado, estando ahora en una morada solitaria, solos y desamparados y tú también serás como ellos.” [Nahy Al-Balâgah, Carta del Imam ‘Alî (P) a su hijo Imam Hasan (P)]

Justificaba ello diciendo: “…En nuestros tiempos sólo hemos visto realizar grandes cosas a los que han sido considerados avaros: los demás quedaron vencidos. El Papa Julio II, que se sirvió de la reputación de liberal para alcanzar el Papado, no pensó después en mantenerla, para poder hacer la guerra: el actual rey de Francia ha sostenido muchas guerras sin imponer un tributo extraordinario a los suyos, sólo porque su amplia moderación le suministró lo necesario para los gastos superfluos. El actual rey de España, si hubiera sido liberal, no habría realizado tantas empresas ni habría vencido en ellas.” A través de esta mirada al pasado podemos entender el origen de nuestra situación actual. Así como también, conociendo y reflexionando los consejos del Imam ‘Alî podremos encontrar algunas posibles salidas a esta realidad cruel que amenaza cada vez más nuestro futuro y el de las próximas generaciones. El Imam ‘Alî (P), así como el propio Corán recomiendan mucho acerca de conocer la realidad a partir del pasado. “Fuérzate por comprender la realidad de las desgracias y adeversidades, los cambios de tiempos y circunstancias. Imponte el estudio de la historia. Trata de ver las ciudades arruinadas. Los palacios en mal estado y los signos de la decadencia y ruina de esa gente, todo lo que hicieron cuando vivían y tenían fuerza, qué lograron, cómo empezaron, dónde, cuándo y cómo fueron inducidos a un fin, dónde están ahora, qué han ganado realmente fuera de la vida y cuál fue su contribución al bienestar de la humanidad. Si sopesas cuidadosamente estas cuestiones encontrarás que toda esa gente se ha separado de la compañía de los otros y de todo lo que ha querido y amado, estando ahora en una morada solitaria, solos y desamparados y tú también serás como ellos.” [Nahy Al-Balâgah, Carta del Imam ‘Alî (P) a su hijo Imam Hasan (P)]

Un dinar, un milagro…

‘Alî Ibna ‘Isa Irb’Alî, en el libro Kashf Al-Gummah, transmitió de Abu As’id Jidri, que un día ‘Alî Ibn Abi Tâlib (P), luego de haber dormido antes de la oración del mediodía, dijo a Fâtimah: “¡Oh, Fâtimah!: ¿Hay algo de comida que pueda saciar mi hambre?”. Ella respondió: “No, juro por el Dios que designó a mi padre Profeta, y a ti, su sucesor, que hoy no tengo comida para saciar tu hambre. Desde hace dos días sólo había en la casa lo que te servía, prefiriéndote antes que a mí misma y a mis hijos, Hasan y Husain”.

‘Alî (P) le dijo: “Oh, Fâtimah ¿Por qué no me has informado para que te procurara algo de alimento?”. Respondió: “¡Oh, Abal Hasan!, tenía vergüenza ante Dios de requerir algo que no pudieras darme.” Al oír sus palabras, ‘Alî (P) salió de la casa con el corazón lleno de esperanza y confianza en Dios, y pidió prestado un dinar a fin de poder comprar algo para llevar a su casa. En el camino se encontró con Miqdâd Ibn Aswad. Casualmente, ése era un día muy caluroso y el Príncipe de los Creyentes, observó en el rostro de Miqdâd los efectos de los rayos de sol y su cansancio, por eso le preguntó: “¡Oh, Miqdâd! ¿Qué motivo tan importante te ha hecho salir de tu casa a esta hora, pese al intenso calor?”. Miqdâd respondió: “¡Oh, Abal Hasan! Haz de cuenta que no ocurre nada, no me preguntes por mi situación”: ‘Alî (P) dijo: “¡Oh, hermano mío!: No puedo pasar por alto tu estado sin antes conocer lo que te acontece”. Miqdâd dijo: “¡Oh, Abal Hasan! ¡Por Dios y por ti, no me preguntes sobre mi estado!” Dijo ‘Alî (P): “Oh, hermano, no puedes ocultarme tu estado”. Miqdâd contestó: “¡Oh, Abal Hasan! Ahora que me insistes te informaré, ¡Por la Profecía de Muhammad y por ti, que eres su heredero escogido!, que no me acontece otra cosa más que la pobreza y la carestía. Estando mi familia hambrienta, salí de casa, puesto que escuché el llanto de mi familia por la intensidad del hambre. No pude contenerme y me decidí a salir. Este es mi estado, mi situación. El llanto inundó los ojos del Imam ‘Alî (P), hasta impregnar su barba, y le dijo a Miqdâd: “¡Juro por el mismo Profeta que tú juraste, que el mismo asunto es lo que me decidió a mí también a salir de casa y tomar un dinar prestado, pero ahora te lo ofrezco, pues tú tienes prioridad.” ‘Alî (P), le entregó el dinero a Miqdâd y se dirigió a la Mezquita para hacer la oración del mediodía y se quedó allí hasta el horario de la oración de la tarde y del crepúsculo, orando detrás del Profeta (BP). El Profeta realizó la oración del crepúsculo y observó que ‘Alî (P) estaba en la primera fila, y lo llamó. ‘Alî (P) lo saludó y el Profeta (BP) respondiéndole el saludo le dijo: “¡Oh, Abal Hasan! ¿Tienes comida para que yo vaya a cenar a tu casa esta noche?”. ‘Alî (P) bajó la cabeza y guardó silencio con vergüenza pensando en qué le respondería al Profeta(BP). El Profeta se había enterado, por medio de la revelación, del hambre que padecían ‘Alî y su familia, del dinar que había pedido prestado, de la forma en que se lo había cedido a Miqdâd y de todo lo que les hubo acontecido. Por tal razón, le había sido ordenado por Dios, ir a casa de ‘Alî (P) esa noche para cenar. El Profeta miraba a Ali, y notando su silencio con un halo de vergüenza y desconcierto le dijo: “¡Oh, Abal Hasan!” ¿Por qué no me dices “no”, a fin de que no vaya, o me dices “sí”, para que te acompañe?”. ‘Alî dijo: “¡Con todo gusto, me honra tu presencia, acompáñame!”. Juntos se dirigieron hacia la casa de Fâtimah. Al ingresar observaron que estaba sentada en el lugar donde acostumbraba a orar, y que detrás de ella había una bandeja con comida caliente y humeante. Al oír la voz de su padre, Fâtimah se puso de pie y lo saludó. El Profeta, que amaba a Fâtimah más que a nadie, le acarició y le dijo: “Hija mía, ¿cómo has vivido este día? ¡Que Dios se apiade de ti!” Ella respondió: “Muy bien padre”. De inmediato, tomó aquella bandeja y la colocó frente a Muhammad (BP). Al observar aquel recipiente colmado de alimentos y gustar su aroma, Ali(P) miró a Zahrâ sorprendido y fue encandilado por su rostro. Fâtimah le preguntó: “¿Por qué me miras de ese modo, Ali?”. Él respondió: “¿Es que acaso no juraste y dijiste que hacía dos días que no probabas bocado?”. Fâtimah elevó su mirada al cielo y dijo: “¡Mi Dios es Conocedor de todo cuanto acontece en los Cielos y en la Tierra y bien sabe que no he mentido!”. ‘Alî interrogó: “Pues, entonces, ¿de dónde ha provenido esta comida, que mis ojos jamás han visto algo igual ni he percibido jamás un aroma tan exquisito?”. El Mensajero de Dios extendió su bendita mano sobre el hombro de ‘Alî y presionándolo cariñosamente le dijo: “Esta comida fue enviada a cambio de ese dinar que diste y proviene de Dios, el Altísimo, porque: «Ciertamente Dios sustenta sin medida a quien le place»”. En ese momento, el Profeta, derramando lágrimas, decía: “Alabado sea Dios, Quien no quiso que vosotros os vayáis de este mundo, sin recompensaros a ti, ‘Alî, con la recompensa de Zacarías, y a ti, Fâtimah, con la recompensa de Mariam, la hija de ‘Imrán!”. Muchos dichos relatan que luego de este acontecimiento, el Profeta recitaba las aleyas del Sagrado Corán que recuerdan la historia de Zacarías y Mariam. Huyyatul Islam Hashemî Rasûlî Mahal·latî, dice que el Hadiz (dicho) arriba mencionado, ha sido transmitido de este mismo modo por muchos de los grandes narradores shías y algunos de la escuela Sunnah. Muhibbu Din Tabari en su libro Dajâirul ‘Uqbâ (“Los Tesoros de ‘Uqbâ”), en la página 45, lo transmite exactamente del mismo modo que lo relatamos. Y luego acota que Hafedz Dameshqí también lo menciona en su libro Arba‘în Tawâl. Esta historia tan tierna y cálida, como muchos otros milagros, en general, son considerados por algunos escépticos como fantasías o simbolismos de los antiguos que dejan alguna moraleja. Estos escépticos basan su pensamiento en principios que no tienen en cuenta la dimensión espiritual del hombre y por ello se preguntan ¿por qué en la actualidad no existen esos milagros? Desde una óptica espiritual la pregunta que se formula es: ¿cuánta gente piadosa de tal rango existe en la actualidad para que vean tal milagro? Hoy en día, todo se rige por una fría racionalidad y no por la espiritualidad y todo se mide bajo la fórmula costo-beneficio. Por otra parte los milagros no son una cuestión de épocas sino de entrega. Sólo aquellos que se entregan a Dios por amor al Él y confían en Él pueden ser merecedores de tal merced y no aquellos que no se esfuerzan en acercarse a Él.

Hadices del Imam ‘Alî (P)

“Dios me ha establecido como líder de Su Creación, y me ha ordenado equiparar mi comida, mi bebida y mi vestimenta con los más pobres de la población, a fin de que el indigente me siga por mi pobreza y el rico no se rebele por su riqueza”. “Que ninguno de vosotros deje cargar a su hermano con el hecho de tener que pedir, si es que conoce su necesidad.” (Bihâr Al-Anwâr, t.74, p. 166.)

“La causa de que la situación próspera desaparezca, es el hecho de negarle al necesitado” (Gurar Al-Hikam, t.4, p.190.).

Dijo Amir al Mu’minin ‘Alî (P): “Narró el Profeta (B.P.) de Dios, Elevado Sea, que la noche de la ascensión a los cielos dijo: “¡Oh Ahmad! Mi amor está en la acción de amar a los pobres, así pues, aproxímate a los pobres. Acerca hacia ti sus reuniones, que de esa manere, Me acercaré a Ti…” (Al-Haiât, t.2, p.51).

“Por cierto que Dios prescribió en las riquezas de los ricos los sustentos de los pobres, por lo tanto no ha pasado hambre un pobre sino por lo que ha dejado de dar un rico”. (Nahy Al-Balâgah, p. 478, Máxima Nº. 320)

“Si ayudas a una persona sin que te lo pida, eres generoso, si lo ayudas después de que te lo pida, entonces se debe fundamentalmente a que te da vergüenza denegarlo o teme el reproche.” (Nahy Al-Balâgah, p.163, Dicho Nº 51).

“No te avergüences si la caridad es pequeña, ya que despachar al necesitado con las manos vacías es una deshonra más grande.” (Bihâr Al-Anwâr, t.103, p.256).

Finalmente podemos concluir que, de hecho, la gente que más ha extrañado al Imam ‘Alî (P), luego de su martirio, han sido los creyentes, en especial los pobres y huérfanos. Pues la noche 19 de Ramadán, viendo que esa persona de rostro encubierto que solía traerles sus provisiones, no venía, se entristecieron. Al ver que a la noche siguiente y a la otra tampoco venía, ante la inminente y desdichada noticia de su martirio, se percataron que quien les estimaba, compadecía y les proveía alimentos incondicionalmente y anónimamente, no era otro que su califa, su Imam. Su califa e Imam ya no estaba entre ellos para acogerlos, pues manos injustas habían terminado con su vida en forma fulminante. Una vez más la desolación y la angustia se apoderaba de los indigentes convirtiéndolos una vez más en huérfanos… En su testamento a sus hijos y parientes insistía: “No os olvidéis de los huérfanos, observad los derechos de vuestros vecinos. Estableced el Corán como programa de vuestras acciones”.

Bibliografía

‘Alî Ibn Abi Talib, Nahy Al-Balâghah, “Cimas de Elocuencia: Los Discursos, cartas y dichos de Hadrat ‘Alî (P). Trad. Español. Editorial Al Hoda. 1989.

Nicolás Maquiavello, El Príncipe. Ed. Alianza, Madrid, 1983.

Compilación de Aiatullah Saiied Kamal Faquih Imani,“Un ramo de flores del Jardín de la Tradiciones del Profeta y Ahlul Bait (P)”. Centro de Investigación Islámica Amir Al Mu’minin ‘Alî (P).

Compilación de Umma, Unión Mujeres Musulmanas Argentinas,

“Ali, Amir al Mu’minin (P)”. Mezquita At-tauhid.

Compilación de Umma, Unión Mujeres Musulmanas Argentinas,

“Fâtimah Az-Zahra (P)”. Mezquita At-tauhid.

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